jueves, 3 de enero de 2013

No desmayemos...


En un artículo donde se hablaba sobre ayudar a otros pero haciéndolo con sensatez, se daba el siguiente consejo: “Ser humildes. No nos volvemos especiales por ayudar ni tampoco superiores a la otra persona. Ayudar significa servir y debemos hacerlo con humildad. Aprovechemos la oportunidad de enriquecernos con esa experiencia y obtener lecciones de ella. Ese es el mayor pago que la vida nos hace cuando ayudamos a otros. Nos da más sabiduría”

La Biblia nos enseña de esta manera:
  • “Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” (Isaías 1:17)
  • “Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:32-35)
Quizá ayudamos a otros durante mucho tiempo y sin “ver” resultados que ya no deseamos hacerlo más. Tal vez no esperábamos nada a cambio, pero sí recibimos males por los bienes dados. Posiblemente la decepción o el desencanto nos acompañan en el día de hoy.
Es bueno saber que la Biblia nos alienta a seguir:
  • “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9-10)
El desmayo es esa condición exánime, donde nos quedamos sin energía y no podemos actuar. Tal vez deberíamos sacudirnos el letargo provocado por esas experiencias negativas y comenzar nuevamente:
  • “Por lo cual levantad las manos caídas, y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados...” (Hebreos 12:12-15)
Otro consejo decía así: “Si ayudamos a una persona esperando que siga nuestros consejos o resuelva los problemas como nosotros queremos, ejercitaremos una presión que acabará molestándola y nos desgastará. Acompañémosla hasta donde nos sintamos cómodos, y luego dejemos que siga su camino"

Recordemos: Continuemos sin desmayar que a su tiempo recibiremos la recompensa...
TBS

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