En un artículo donde se
hablaba sobre ayudar a otros pero haciéndolo con sensatez, se daba el siguiente
consejo: “Ser humildes. No nos volvemos especiales por ayudar ni tampoco
superiores a la otra persona. Ayudar significa servir y debemos hacerlo con
humildad. Aprovechemos la oportunidad de enriquecernos con esa experiencia y
obtener lecciones de ella. Ese es el mayor pago que la vida nos hace cuando
ayudamos a otros. Nos da más sabiduría”
La Biblia nos enseña de esta
manera:
-
“Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” (Isaías 1:17)
-
“Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:32-35)
Quizá ayudamos a otros durante mucho
tiempo y sin “ver” resultados que ya no deseamos hacerlo más. Tal vez
no esperábamos nada a cambio, pero sí recibimos males por los bienes dados.
Posiblemente la decepción o el desencanto nos acompañan en el día de
hoy.
Es bueno saber que la Biblia nos
alienta a seguir:
-
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9-10)
El desmayo es esa condición exánime,
donde nos quedamos sin energía y no podemos actuar. Tal vez deberíamos
sacudirnos el letargo provocado por esas experiencias negativas y comenzar
nuevamente:
-
“Por lo cual levantad las manos caídas, y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados...” (Hebreos 12:12-15)
Otro consejo decía así: “Si
ayudamos a una persona esperando que siga nuestros consejos o resuelva los
problemas como nosotros queremos, ejercitaremos una presión que acabará
molestándola y nos desgastará. Acompañémosla hasta donde nos sintamos cómodos, y
luego dejemos que siga su camino"
Recordemos:
Continuemos sin desmayar que a su tiempo recibiremos la recompensa...
TBS
No hay comentarios:
Publicar un comentario