sábado, 18 de mayo de 2013

Dios es Nuestra Esperanza…


Leer Salmos 131

“Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:2-4)

“Está escrito por David y es sobre David; él es el autor y el tema, y muchos incidentes de su vida se pueden emplear para ilustrarlo… Es uno de los Salmos más cortos, pero uno de los que más se tarda en aprender. Habla de un niño, pero contiene la experiencia de un hombre en Cristo. La humildad está aquí en conexión con un corazón santificado, una voluntad sometida a la voluntad de Dios, y una esperanza que aguarda todo del Señor. Feliz el hombre que puede, sin falsedad, usar estas palabras como propias, porque lleva la semejanza de su Señor, que dijo: Yo soy manso y humilde de corazón” (Charles Spurgeon)

El Salmista revela Su Corazón…
  • “Jehová no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron…” (Salmos 131:1)
En Proverbios encontramos una lista de cosas que aborrece el Señor, entre las cuales se encuentran “los ojos altivos”, por ese motivo Santiago 4:6 dice: “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. David define su comportamiento fiel como algo que nace de su ser interior y se desarrolla hasta afectar inclusive sus posesiones e intereses materiales…

1. Su Carácter: “no se ha envanecido”. Básicamente se refiere al orgullo sin sentido que producen las cosas que no tienen esencia, ni valor genuino…
2. Su Coherencia: “ni mis ojos se enaltecieron”. No existían motivos para jactarse, por lo cual aún su mirada era pura…
3. Su Comportamiento: “ni anduve en grandezas”. Su propósito de vida no era carnal, sino espiritual…
4. Su Convicción: “ni en cosas demasiado sublimes para mí”. Ir tras ambiciones descontroladas y fuera de las verdaderas posibilidades no es sano y así lo entendía David…

El Salmista recuerda Su Conducta…
  • “En verdad me he comportado y he acallado mi alma…” (Salmos 131:2)
Otra versión traduce este versículo de la siguiente manera: “Pero estoy callado y tranquilo, como un niño pequeño está quieto al lado de su madre. Si, como un niño pequeño es mi alma”. La idea es que librarse de ambiciones implica para el Salmista dejar aquellas cosas que significaban seguridad como puede ser el seno materno para un bebé, simplemente para descubrir que todavía sigue adherido y al cuidado de su madre. Esta es una condición de humildad y contentamiento que trae un estado sin igual de paz para el creyente que descansa en Su Señor…

“Con la misma simplicidad de sumisión deberíamos reposa y depender de Dios. Evitemos el exceso de prudencia y previsión para nosotros mismos, pero confiemos en Nuestro Padre que está en los Cielos y pongámonos en Sus Manos para que nos rija con Su Santo y Sabio Gobierno” (Thomas Manton)

El Salmista reafirma Su Confianza…
  • “Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre” (Salmos 131:3)
En base a su experiencia personal, “David exhorta a la Nación para que siempre abrace su esperanza personal en el Señor” (John Mac Arthur). El Apóstol Pablo en su prisión romana afirmaba: “por la Esperanza de Israel estoy sujeto a esta cadena” (Hechos 28:20), ya que Cristo, el Mesías es la razón para esperar confiadamente en el cumplimiento seguro de las Promesas de Dios…

Recordemos: Las Promesas de Dios son la Fuente de toda Esperanza...
DECH

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