martes, 7 de mayo de 2013

Dios es Nuestra Meta…


Leer Salmos 120

Este el primero de una lista de quince Salmos (120-134) que son denominados “Salmos Graduales o de Grados”, que era costumbre cantar en las peregrinaciones o “subidas” a Jerusalén. “Conforme subían los peregrinos al monte de Sion estaban en sus labios estos cánticos” (Cohen). No existe una explicación satisfactoria al motivo por el cual este Salmo en particular se incluyó en esa lista ya que no tiene muchos puntos en común con la temática de los demás, de todas maneras da la impresión que es un llamado a dejar de lado las presiones y enfocarse hacia una búsqueda más profunda del Señor…

Comienza reconociendo Su Presencia…
  • “A Jehová clamé estando en angustia, y Él me respondió” (Salmos 120:1)
“El curso más sabio que podemos seguir. Es de poca utilidad el recurrir a nuestros prójimos en cuestiones de calumnias, porque cuanto más agitamos la cuestión más se extiende. Lo mismo sería rogar a panteras y lobos que a calumniadores con el corazón endurecido. Sin embargo, cuando el clamar a los hombres sería una debilidad, el clamar a Dios será nuestra fuerza. ¿A quién han de clamar los hijos sino a Su Padre?” (Charles Spurgeon)

Nuestra parte en la oración es clamar y esperar… La parte de Dios es responder en Su Santa Voluntad… “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14)

Continúa reclamando Su Protección…
  • “Libra mi alma… del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta…” (Salmos 120:2-4)
La “mentira” y el “engaño” de sus enemigos se entremezclaban en una combinación de lisonjas, con la finalidad de hacerle caer en sus sus trampas, y traiciones diversas, con falsas acusaciones. Ante esta situación tan compleja su oración era “Libra mi alma” “Han disparado contra el Salmista saetas verbales para difamarle (comparar con Jeremías 9:7), y han encendido contienda. Dios disparará contra ellos saetas de verdad, y los consumirá con las ascuas de su furor” (Mathew Henry)

Concluye recordando Su Paz…
  • “Con los que aborrecen la paz. Yo soy pacífico” (Salmos 120:5-7)
“El Salmo termina como con un largo suspiro. Invierte el orden corriente de salmos similares, en los que la descripción de la necesidad precede a la petición de liberación. Así pone de relieve de la forma más patética el sentido de la discordancia entre una persona y su ambiente, lo que urge al alma a buscar una morada mejor. Así, este es un verdadero salmo de peregrino” (Maclaren)

Al describir su lugar de residencia como “Mesec” y “Cedar” se está refiriendo a su condición de extranjero en medio de un pueblo contencioso y que amaba las querellas, mientras que él se describe como pacífico. Salir de ese lugar y marchar para adorar en Jerusalén era un bálsamo para su alma…

Los hijos de Dios somos “extranjeros y peregrinos” (Hebreos 11:13; 1 Pedro 2:11) que nos dirigimos hacia nuestra Patria Celestial. En ese camino marchamos en Paz porque El Señor nos prometió: “La Paz os dejo, mi Paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27)

Por lo tanto, Su Paz, “que sobrepasa todo entendimiento” guarda nuestros corazones como un centinela (Filipenses 4:7), y nos anima a elegir el mejor andar a pesar de las circunstancias o las personas que nos rodeen.  Por ese motivo 1 Pedro 3:11 nos exhorta: “Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala”

Recordemos: El camino puede ser angosto, lleno de piedras y espinas… ¡Pero termina en La Gloria!
DECH

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