Leer Salmos 119:169-176
Al meditar en esta porción estamos
cerrando las últimas estrofas de este canto dedicado a poner en alto la Palabra
de Dios. Hemos visto que el Salmista acosado por diferentes enemigos y
detractores afirma su corazón en las Verdades de Dios, y en consecuencia declara
un compromiso absoluto con aquello que sabe que sólo dará bien a su alma
atribulada… El título de esta octava podría ser: “Una resolución de
firmeza” según Mathew Henry, pero también podríamos considerar adecuado
titularla: “En la Verdad se encuentra la Libertad”
Comienza declarando que la Libertad
es un tema del Corazón…
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“Dame entendimiento conforme a tu palabra… Líbrame conforme a tu dicho…” (Salmos 119:169-170)
“El entender las cosas
espirituales es el don de Dios. El tener el juicio iluminado por la luz
celestial y conformado a la verdad divina es un privilegio que sólo puede
conceder la gracia. Muchos que se cuentan por sabios según el mundo son necios
según la Palabra del Señor. Que nos hallemos entre estos hijos dichosos que
serán enseñados por el Señor” (Charles Spurgeon)
En su clamor el Salmista pide
“entendimiento” y “libertad”. Ambas cosas espera que estén
basadas en la “palabra” y los “dichos” de Dios. Santiago al
exhortarnos a ser “hacedores de la Palabra y no tan solamente oidores”,
también decía: “Mas el que mira atentamente a la perfecta ley, la de la
libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, este será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:22-25), dando a
entender que la verdadera libertad se encuentra en conocer y aplicar la Verdad
de Dios a nuestra vida. Es necesario darnos cuenta que no hay mayor esclavitud
que el pecado ni mayor enemigo que nuestra propia rebeldía; por eso exclamaba el
Apóstol Pablo: “¡Miserable de mi! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte?” (Romanos 7:24). Y como él podemos decir: “Gracias doy a Dios,
por Jesucristo Señor Nuestro” (Romanos 7:25)
Continúa declarando que la Libertad
es un tema del Carácter…
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“Mis labios rebosarán alabanza… Hablará mi lengua tus dichos…” (Salmos 119:171-172)
Una vez que encontramos Libertad en
el Señor podemos descubrir que el fin principal del ser humano es alabar a Dios,
por eso el Señor Jesucristo le dijo a la mujer samaritana que “el Padre
tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Mathew Henry lo explica
de esta manera: “Este objetivo es el que impulsa al Salmista a desear
ardientemente vivir: que Dios le salve la vida y le reanime, a fin de poder
alabarle. Y, para que su vida sea una alabanza continua, ruega a Dios que sus
juicios (u ordenanzas) como principios que regulan la conducta moral humana, le
ayuden para ese fin”
Concluye declarando que la Libertad
es un tema de la Conducta…
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“He deseado tu salvación… Y tu ley es mi delicia…” (Salmos 119:173-176)
Su clamor por la Misericordia de Dios
tiene como finalidad producir un efecto concreto en su conducta tal como él
mismo lo declara…
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Su Decisión: “Tus mandamientos he escogido” (v.173). Como antes de conocerle elegíamos el camino errado ahora voluntariamente anhelamos Su Voluntad. Implica una resolución seria y decidida…
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Su Deseo: “He deseado tu salvación” (v.174). Anhela la liberación completa de aquellos obstáculos que le impiden obedecer fiel y libremente a Su Salvador…
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Su Delicia: “Y tu ley es mi delicia” (v.174). Para el Salmista la Palabra de Dios no es una atadura sino una delicia, porque por experiencia propia sabía el horror de estar “descarriado” y necesitado de la Mano Protectora de Su Pastor (v.176)
Recordemos: En la
Verdad se encuentra la Libertad…
DECH
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