En la Biblia leemos: “Lo que
aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de
paz estará con vosotros” (Filipenses 4:9)
Los diarios informaban de un posible
nuevo conflicto bélico entre dos países que ya mantuvieron una cruel guerra en
el pasado. Uno de ellos, hoy rico; el otro muy pobre, y éste es quien comenzó
con las amenazas de guerra. De su dirigente, el joven hijo de quien iniciara la
anterior guerra se dice: “...discutieron si valía la pena hablar o pelear...
se enfrenta con el ocaso y en la caída, hace lo único que aprendió: amenazar con
la batalla”
Hacemos lo que aprendimos. Heredamos
una naturaleza pecaminosa, y de ella aprendemos a vivir y actuar con pecado. Los
malos ejemplos también influyen en la conducta:
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“...Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos?" (Ezequiel 33:10)
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“Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones” (Deuteronomio 18:9)
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“Antes, se mezclaron con las naciones y aprendieron sus obras” (Salmos 106:35)
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“No te entrometas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma” (Proverbios 22:24-25)
Sin embargo, se puede aprender a
hacer el bien:
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“Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana...Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina” (Isaías 1:16-18; 29:24)
El Señor Jesús repetía constantemente
que aprendiéramos:
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“Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio... Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas... de la higuera aprended la parábola...” (Mateo 9:13; 11:29; 24:32)
Y cuando tenemos nueva vida en
Cristo, eso nos da otras opciones, nos presenta nuevas oportunidades y nos da
una enseñanza desconocida hasta ese momento:
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“Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mi” (Juan 6:45)
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“Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús” (Efesios 4:20-21)
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“Por lo demás, hermanos... de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más... Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros” (1 Tesalonicenses 4:1; 4:9)
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“Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto” (Tito 3:14)
Recordemos: Con
Cristo se puede comenzar una verdadera nueva vida, con nuevas enseñanzas y
objetivos, revirtiendo todo lo pasado...
TBS
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