domingo, 21 de abril de 2013

Dios es Nuestro Consuelo…


Leer Salmos 119:49-56

“Los que hacen de las promesas de Dios su porción, pueden con humilde osadía hacer de ellas su garantía. Dios dio la promesa en la cual esperaba el Salmista, y la esperanza por la cual había abrazado la promesa” (Mathew Henry). El mismo autor considera que esta sección debería titularse apropiadamente: “La Fuente del Consuelo y de la Esperanza”

El Salmista declara que la Palabra de Dios es Su Consuelo…
  • “Acuérdate de la palabra dada a tu siervo… Ella es mi consuelo en mi aflicción…” (Salmos 119:49-52)
“El mundano agarra su bolsa y dice: “Esto es mi confort”; el despilfarrador señala su alegría y grita: “Esto es mi bienestar”; el borracho alza la copa y canta: “Esto es mi solaz”; pero el hombre cuya esperanza viene de Dios siente el poder vivificador de la Palabra del Señor y testifica: “Este es mi consuelo”… Algunos tienen consuelo y no tienen aflicción; otros tienen aflicción y no tienen consuelo; pero los santos tienen consuelo en su aflicción” (Charles Spurgeon)

El Salmista nos presenta cuatro razones por las cuales las Promesas de Dios se transforman en nuestro consuelo:
  1. Porque son Nuestra Esperanza: “…la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar” (v.49)
  2. Porque son Nuestro Estímulo: “Ella es mi consuelo en mi aflicción… me ha vivificado” (v.50)
  3. Porque son Nuestro Emblema: “…se burlaron… mas no me he apartado de tu ley” (v.51)
  4. Porque son Nuestra Energía: “Me acordé de tus dichos… y me consolé” (v.52)
El Salmista declara que la Palabra de Dios es Su Canción…
  • “Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa donde fui extranjero…” (Salmos 119:53-55)
El Salmista relata su experiencia donde sus emociones pasan del “horror” que le produce considerar la impiedad de los incrédulos al entusiasmo que le dan sus “estatutos” hasta el punto de llevarle a elevar “cánticos” en el lugar donde él se consideraba “extranjero” o “peregrino”. Obviamente este pasaje nos recuerda la noche en que Pablo y Silas fueron destinados “al calabozo de más adentro” de la cárcel de Filipos… “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios y los presos los oían” (Hechos 16:25)

Al recordar por la noche las Promesas de Dios implica que el Salmista no podía dormir por la aflicción y la preocupación por lo cual como dice sus “juicios” le dieron consuelo, o bien, era tanta su pasión que renunciaba al reposo para meditar en la Palabra de Dios…
El Salmista declara que la Palabra de Dios es Su Confianza…
  • “Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos” (Salmos 119:56)
Dos conceptos y una acción se entremezclan en este pasaje dándonos a entender que si actuamos correctamente encontraremos razón suficiente para vivir confiadamente. Los conceptos son “bendiciones” y “mandamientos”; la acción que los asocia es el verbo “guardar”. En otras palabras, “las bendiciones vienen por guardar los mandamientos” o “guardar los mandamientos es en sí mismo una bendición”. Esto era bien conocido por el Salmista porque estaba expresado claramente en Deuteronomio 11:26-28
  • "He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido"
Recordemos: “Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén…” (2 Corintios 1:20)
DECH

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