Leer Salmos 119:89-96
“Esta estrofa, donde el optimismo
contrasta con la depresión anterior podría llevar por titular: El triunfo de la
fe” (Mathew Henry)
“Hemos llegado al centro del
Salmo, y el hilo de la conexión es interrumpido a propósito. Implica que, como
Dios es eterno, también lo es su Palabra, y que tiene una representación
apropiada tanto en el cielo como en la tierra. Que como su Palabra está firme en
el cielo, así es su fidelidad en la tierra…” (T. Manton)
El Salmista exalta la Fidelidad de
Dios…
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“Para siempre, oh Jehová… De generación en generación es tu fidelidad…” (Salmos 119:89-91)
El Señor Jesucristo al anunciar una
de las profecías más asombrosas de la Escritura dijo de manera terminante:
“Los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo
24:35). Esta acertada descripción relaciona íntimamente la Palabra de Dios con
Su Fidelidad, y eso mismo es lo que comprende y describe el Salmista en esta
sección, y nos dice que…
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Es Sublime: “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (v.89)
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Es Segura: “De generación en generación es tu fidelidad…” (v.90)
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Es Soberana: “Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven” (v.91)
El Salmista espera la Fortaleza de
Dios…
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“Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido…” (Salmos 119:92-93)
Una lección por contraste nos permite
tener una visión más clara de algunas verdades profundas. En este caso
“delicia” y “aflicción” se complementan para demostrar que el
Salmista obtenía su razón de vivir en la Palabra de Dios… Como bien dice otra
traducción de la Biblia: “Si tus leyes no hubieran sido mi alegría, la
angustia me habría matado”
“La Biblia es un buen compañero
en todo tiempo. El Salmista reconoce que, “si la ley de Dios no hubiese sido su
delicia, habría perecido en su desdicha” (v.92), pues habría carecido de fuerzas
para continuar en la brecha, mientras que los mandamientos de Dios “le dan vida”
(v.93). Aquí vemos que el mejor remedio contra un mal recuerdo es el buen
afecto” (Mathew Henry)
El Salmista entrega el Futuro a
Dios…
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“Tuyo soy, sálvame… A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento” (Salmos 119:94-96)
¿Qué motiva al Salmista para exclamar
“tuyo soy”?... Sencillamente la seguridad de que hay un Dios que le ama
de verdad. El Apóstol Juan explicaba este concepto sencillamente cuando dijo:
“Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19).
Esta idea también fue considerada por Joseph Symonds que interpretaba este
pasaje de la siguiente manera: “Si tenemos tanto amor que nos ofrecemos
nosotros mismos a Dios para ser suyos, mucho más el amor de Dios hará que Él se
nos ofrezca a nosotros, porque Dios ama primero, más y de modo más
firme”.
La razón para esta entrega
incondicional se encuentra en el último párrafo donde el Salmista literalmente
expresa: “Aún la perfección tiene sus límites, pero tus mandamientos no
tienen límites”. Obviamente al hablar de “perfección” no se
refiere a lo Eterno, ni a la Palabra de Dios, porque estas cosas permanecen y
todo lo que subsiste lo hace para servir a los Propósitos de Dios. El concepto
está enfocado en las limitadas “perfecciones” humanas que son pasajeras
y sin genuino sustento, por lo cual hacemos bien cuando volvemos nuestros
rostros a lo que permanece para siempre…
Recordemos: Lo que
permanece es lo que da paz a nuestra alma…
DECH
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