Leer Salmos 119:17-24
Esta sección del Salmo 119, que
corresponde a la letra Guimel del Alfabeto Hebreo según su formato acróstico,
podría titularse según Mathew Henry: “Las delicias de la experiencia
devota”, a pesar de que las vivencias del salmista no estaban exentas de
dificultades.
Según Charles Spurgeon, “aparecen
las pruebas y dificultades para seguir el camino. El Salmista, por consiguiente,
pide ayuda para hacerles frente según el caso. Así como en los últimos ocho
versículos ora como un joven que acaba de entrar en el mundo, aquí ruega como un
siervo y un peregrino que de modo creciente se halla en el territorio enemigo
como un extraño. Apela solo a Dios, y su oración es especialmente directa y
personal. Habla con el Señor como un hombre habla con su amigo”
El Salmista reconoce su
Ignorancia…
-
“Haz bien a tu siervo… Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley…” (Salmos 119:17-19)
“Somos por naturaleza ciegos para
las cosas de Dios, hasta que la gracia divina hace que caigan de nuestros ojos
las escamas. Y cuanto más nos abre los ojos, más son las maravillas que hallamos
en su ley. Tal es el anhelo que tiene el salmista de conocer los veredictos de
Dios, que el continuo deseo le consume el alma” (Mathew Henry)
Como un “forastero” que
desconoce las leyes y costumbres del lugar donde se encuentra de visita, así el
Salmista declara su ignorancia y necesidad de instrucción. Dios nos identifica
en Su Palabra como “extranjeros y peregrinos” (1 Pedro 2:11) y en
nuestra condición de “ciudadanos del Cielo” (Filipenses 3:20), de paso
por este mundo necesitamos una Guía para conocer el Camino que debemos transitar
hasta que Él nos llame a Su Presencia en nuestra Patria Celestial…
El Salmista declara su
Integridad…
-
“Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo… Príncipes se sentaron y hablaron contra mí; más tu siervo meditaba en tus estatutos” (Salmos 119:20-23)
“La mejor manera de tratar la
calumnia es orar sobre ella; Dios, o bien la eliminará, o arrancará el aguijón
de la misma. Nuestros propios intentos de justificarnos y reivindicarnos suelen
ser fracasos; somos como el muchacho que quería quitar una mancha de su
cuaderno, y la hizo diez veces peor con sus intentos. Cuando sufrimos una
difamación, es mejor orar sobre ella que ir al tribunal y exigir explicaciones
del que la fabricó. Los que sois reprochados de este modo, llevad vuestro caso
al Tribunal Supremo y dejadlo en las manos del Juez de toda la tierra”
(Charles Spurgeon)
El Salmista expresa su
Ideal…
-
“Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros” (Salmos 119:24)
“Es imposible vivir de modo
cristiano o confortable sin el uso diario de la Escritura. Es absolutamente
necesario para nuestra dirección en todas las empresas que empezamos, y cuando
hemos terminado, como garantía de nuestra aprobación de ellas, para resolver
nuestras dudas y consolarnos de nuestras penas. Sin ella nuestra conciencia es
un guía ciego y nos lleva a una niebla de ignorancia, error y confusión”
(W. Struther)
El Salmista presenta un cuadro muy
gráfico para nuestra ilustración:
-
Una Razón para Disfrutar: “mis delicias”. Como dice Jeremías 17:6, la Palabra de Dios es algo más que un libro para leer, sino alimento que da deleite a nuestra alma: "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón…"2. Una Razón para Discernir: “mis consejeros”. Como dice más adelante, “Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (Salmos 119:99)
Recordemos: La
Palabra de Dios es nuestro mejor alimento…
DECH
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