miércoles, 17 de abril de 2013

Dios es Nuestro Deleite…


Leer Salmos 119:17-24

Esta sección del Salmo 119, que corresponde a la letra Guimel del Alfabeto Hebreo según su formato acróstico, podría titularse según Mathew Henry: “Las delicias de la experiencia devota”, a pesar de que las vivencias del salmista no estaban exentas de dificultades.

Según Charles Spurgeon, “aparecen las pruebas y dificultades para seguir el camino. El Salmista, por consiguiente, pide ayuda para hacerles frente según el caso. Así como en los últimos ocho versículos ora como un joven que acaba de entrar en el mundo, aquí ruega como un siervo y un peregrino que de modo creciente se halla en el territorio enemigo como un extraño. Apela solo a Dios, y su oración es especialmente directa y personal. Habla con el Señor como un hombre habla con su amigo”

El Salmista reconoce su Ignorancia…
  • “Haz bien a tu siervo… Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley…” (Salmos 119:17-19)
“Somos por naturaleza ciegos para las cosas de Dios, hasta que la gracia divina hace que caigan de nuestros ojos las escamas. Y cuanto más nos abre los ojos, más son las maravillas que hallamos en su ley. Tal es el anhelo que tiene el salmista de conocer los veredictos de Dios, que el continuo deseo le consume el alma” (Mathew Henry)

Como un “forastero” que desconoce las leyes y costumbres del lugar donde se encuentra de visita, así el Salmista declara su ignorancia y necesidad de instrucción. Dios nos identifica en Su Palabra como “extranjeros y peregrinos” (1 Pedro 2:11) y en nuestra condición de “ciudadanos del Cielo” (Filipenses 3:20), de paso por este mundo necesitamos una Guía para conocer el Camino que debemos transitar hasta que Él nos llame a Su Presencia en nuestra Patria Celestial…

El Salmista declara su Integridad…
  • “Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo… Príncipes se sentaron y hablaron contra mí; más tu siervo meditaba en tus estatutos” (Salmos 119:20-23)
“La mejor manera de tratar la calumnia es orar sobre ella; Dios, o bien la eliminará, o arrancará el aguijón de la misma. Nuestros propios intentos de justificarnos y reivindicarnos suelen ser fracasos; somos como el muchacho que quería quitar una mancha de su cuaderno, y la hizo diez veces peor con sus intentos. Cuando sufrimos una difamación, es mejor orar sobre ella que ir al tribunal y exigir explicaciones del que la fabricó. Los que sois reprochados de este modo, llevad vuestro caso al Tribunal Supremo y dejadlo en las manos del Juez de toda la tierra” (Charles Spurgeon)

El Salmista expresa su Ideal…
  • “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros” (Salmos 119:24)
“Es imposible vivir de modo cristiano o confortable sin el uso diario de la Escritura. Es absolutamente necesario para nuestra dirección en todas las empresas que empezamos, y cuando hemos terminado, como garantía de nuestra aprobación de ellas, para resolver nuestras dudas y consolarnos de nuestras penas. Sin ella nuestra conciencia es un guía ciego y nos lleva a una niebla de ignorancia, error y confusión” (W. Struther)

El Salmista presenta un cuadro muy gráfico para nuestra ilustración:
  1. Una Razón para Disfrutar: “mis delicias”. Como dice Jeremías 17:6, la Palabra de Dios es algo más que un libro para leer, sino alimento que da deleite a nuestra alma: "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón…"2. Una Razón para Discernir: “mis consejeros”. Como dice más adelante, “Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (Salmos 119:99)
Recordemos: La Palabra de Dios es nuestro mejor alimento…
DECH

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