lunes, 22 de abril de 2013

Dios es Nuestra Porción…


Leer Salmos 119:57-64

Esta porción del Salmo 119 podría titularse, según Mathew Henry, “La decisión de ser fiel”, lo cual es muy apropiado ya que según explica Charles Spurgeon: “En esta sección el Salmista parece echar mano de Dios mismo de modo firme; se lo apropia (57), clama por Él (58), se solaza en Él (61, 62), se asocia con su pueblo (63), y suspira por una experiencia personal de su bondad (64)”

Conocer a Dios es nuestra primer necesidad…
  • “Mi porción es Jehová… Tu presencia supliqué de todo corazón…” (Salmos 119:57-58)
Asaf fue quien dijo: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmos 73:25); y el Salmista, en este caso, replica esa idea cuando asume que fuera de Dios no hay nada ni nadie que pueda brindarle seguridad, satisfacción y esperanza. Esa es la razón por la cual como David en el Salmo 16:5 asegura que Dios “es la porción de mi herencia”. Esta correcta decisión produce un compromiso concreto ya que él afirma: “He prometido guardar o cumplir tus palabras”

Charles Spurgeon lo explica de esta forma: “El poeta se pierde en su asombro cuando ve que el Dios grande y glorioso es suyo. Como los levitas, tomó a Dios como porción, y dejó las otras cosas a los que las deseaban”

Comprender nuestra situación es esencial…
  • “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios…” (Salmos 119:59-62)
Otra versión de la Biblia traduce este pasaje de esta manera: “Pensé en el rumbo que llevaba mi vida, y cambié para seguir tus normas”. De alguna manera la “compañía de impíos” (v.61) podían haberle afectado en su conducta, pero el Salmista opta por un camino mejor… En el Salmo 1 ya encontramos expresada la importancia de saber elegir bien nuestras relaciones personales para poder crecer espiritualmente: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores…” (Salmos 1:1-3)

El Salmista hace tres cosas para evitar las malas influencias:
  1. Reflexionar sobre sus Caminos: “Consideré mis caminos” (v.59)
  2. Restaurar su Comunión: “Y volví mis pies… me apresuré… en guardar tus mandamientos” (v.59-60)
  3. Recordar su Consejo: “Mas no me he olvidado de tu ley” (v.61)
Compartir con otros de nuestra misma fe es lo mejor…
  • “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos…” (Salmos 119:63-64)
“Evita la compañía de los que evitan a Dios, y frecuenta la compañía de los que le buscan y guardan la compañía de Dios. Considera la sociedad de los carnales y profanos como infecciosa, pero considera a las personas serias y que oran como excelentes en la tierra. Éstos servirán para avivarte cuando estés amortecido y calentarte cuando tengas frío. Haz de los más vivificados entre el pueblo de Dios tus íntimos, y mira su amor y semejanza a Cristo como el gran motivo de su amor a ellos, más que el amor o afinidad de ellos a ti” (J. Wilson)

Termina su idea expresando el valor de la “Misericordia” de Dios. De ella “está llena la tierra” y de ella hablan sus “estatutos”. “Es la misericordia que nos saca de la matriz, nos alimenta en los días de nuestro peregrinaje, nos proporciona provisiones espirituales, cierra nuestros ojos en paz y nos traslada a un lugar de descanso seguro… Es la estrella polar del caminante, el rescate del cautivo, el antídoto del que es tentado, el profeta de los vivientes, el consuelo efectivo del moribundo. No habría un santo regenerado en la tierra ni uno glorificado en el cielo sino fuera por la misericordia” (G.S. Bowes)

Recordemos: Fuera de Dios… nada… Con Dios… todo…
DECH

No hay comentarios:

Publicar un comentario