martes, 3 de septiembre de 2013

La Alegría de la Vida…

Charles Swindoll cita a Helmut Thielecke quien escribió esta interesante reflexión:

“¿No deberíamos considerar las arrugas de risa que aparecen alrededor de los ojos como unas marcas de fe tan reales como aquellas de preocupación y seriedad? ¿Acaso sólo está bautizada la gravedad? ¿Es que la risa es algo pagano? Ya hemos permitido que la iglesia perdiera demasiadas cosas buenas y echado muchas perlas a los cerdos. Una iglesia va por mal camino cuando destierra la risa del santuario y la deja para el cabaret, el club nocturno y los maestros de ceremonia”

No sé quien tuvo la idea de que una vida tomada en serio debe estar tamizada de vinagre y ajenjo. Demasiados gestos adustos nos recuerdan que lamentablemente nuestra existencia debe ser un largo tránsito de sinsabores para que sea significativa. ¡Eso es mentira! Nunca estuvo en la Mente de Dios que sus hijos pasaran por este mundo en medio de lamentos, aunque esta ha sido la propaganda más común que hemos recibido desde nuestra niñez… Quietos, maduros, previsibles, emociones controladas… Eso implicaba una persona que se enfocaba en lo correcto, los demás eran demasiado alocados para ser tomados en serio… ¿Triste?… si, pero demasiado común...

En Eclesiastés 3:12 y 13 leemos:
  • “Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también es un don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor”
Estas palabras las decía Salomón después de recordarnos que “todo lo hizo hermoso en su tiempo”. Es obvio que hay “tiempo de llorar”, pero también hay “tiempo de reír” de lo cual solemos olvidarnos.

La verdad es que creo que dentro de la propuesta que Dios tiene para nuestra vida se encuentra el hecho de que debemos alegrarnos en ella.

Según Salomón, “No hay cosa mejor” que:
  • Alegrarse
  • Hacer bien
  • Comer y beber
  • Gozar lo bueno
¿Cuándo?… “en su vida”

Cada una de estas actividades parecen ser placenteras en sí mismas, pero a pesar de ello solemos dejarlas a un lado por causa de las muchas responsabilidades que nos corresponden. ¿Qué dice La Biblia al respecto?
  • “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto” (Salmo 4:7)
  • “Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre” (Salmo 30:11-12)
  • “Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío” (Salmo 43:4)
Una persona que aprende a alegrarse necesariamente se encuentra predispuesta para hacer el bien, en consecuencia se alimenta adecuadamente y disfruta al hacerlo (¿será por esta razón que donde hay alegría no hay úlceras estomacales?), lo cual deriva en gozar de todo lo que hace. ¿No le parece una buena propuesta?

Recordemos: La vida en plenitud que nos da Dios, ¡es una vida de alegría y gozo!
DECH

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