domingo, 1 de septiembre de 2013

Buenas Decisiones…

Podemos destacar algunas razones por las cuales sabemos que la vida es un peligro:

Somos egoístas por naturaleza:

Tenemos la tendencia a pensar demasiado en nuestro propio bien, como Satanás le decía al Señor en referencia a Job; “Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida” (Job 2:4). Ese enfoque puesto en aquello que nos conviene o deseamos suele transformar al ser humano en alguien potencialmente peligroso, ya que a la hora de buscar su beneficio puede llegar a tomar decisiones extremas y descabelladas.

La Biblia, por el contrario, nos enseña la generosidad: “Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado” (Isaías 32:8)

Pero a pesar de ello nuestra existencia se destaca por actitudes como las que reflejaran Carlos Gardel y Alfredo Le Pera en el vals “Amores de Estudiante” que en la primera estrofa comienza con estas palabras: “Hoy un juramento y mañana una traición…” Nos cuesta demasiado establecer relaciones firmes y duraderas si estas afectan en alguna manera nuestros intereses, por ese motivo es común que grandes amistades terminen en conflictos irreconciliables.

La Biblia, además, nos enseña la verdadera amistad: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15)

Nos gusta demasiado creer que hemos llegado a la cima cuando aún nos queda mucho camino por recorrer:

Es una tendencia humana que se repite en diferentes sociedades. Pensamos que somos “alguien” si podemos destacarnos en alguna manera, por ese motivo damos demasiada importancia a cualquier logro conseguido. Si llegamos a alguna “meseta” nos felicitamos y ya nos damos por satisfechos pretendiendo que hemos alcanzado lo máximo de nuestras expectativas, cuando la verdad es que mientras tengamos aire en los pulmones y lata nuestro corazón nada se da por terminado ni para bien ni para mal, simplemente, la carrera se completa en la meta no antes…

La Biblia nos da una meta valiosa: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:11)

Nos encanta aparentar aquello que no somos:

Como los fariseos en la época del Señor Jesucristo “hacemos nuestras obras para ser vistos por los hombres”. Por ese motivo tenemos un alto grado de hipocresía asumida y estamos dispuestos a hacer cualquier cosa que ajuste firmemente nuestra máscara. Si somos sinceros hemos de reconocer la lucha encarnizada con nuestro orgullo, y que en ella muchas veces somos derrotados.

La Biblia nos enseña la sinceridad en lo que hacemos: “Y todo lo que hagáis hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 2:23)

Además, por si todo esto fuera poco, una pequeña chispa enciende nuestras pasiones:

No necesitamos que nos den mucha “cuerda” para que salgamos despedidos detrás de cosas que sabemos que están mal. Es cierto que solemos arrepentirnos de nuestros hechos, pero nos cuesta mucho evitarlos.

Por este motivo Pablo decía: “Y yo sé que en mí, esto es en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mi, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago… ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor Nuestro…” (Romanos 7:15-25)

Recordemos: Decidamos como vivir hoy, de tal manera que no tengamos que arrepentirnos mañana… 

DECH

No hay comentarios:

Publicar un comentario