sábado, 7 de septiembre de 2013

Un Estilo de Vida...

Leamos nuevamente lo que dice Efesios 4:26-27…
  • “Airaos pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”
Un sencillo plan de tres etapas se presenta ante nosotros como opción ante el enojo y la amargura:
  • No pecar
  • No posponer
  • No permitir
No pecar: La ira es el sentimiento más poderoso y no tiene porque ser malo si lo usamos como fuerza movilizadora para buenas causas. El Señor Jesucristo expulsó a los mercaderes del Templo con un azote y no pecó al hacerlo. El problema surge cuando permitimos que se transforme en pecado… Imagino su pregunta: “¿Qué es pecado?”… Sencillamente errar en cumplir los Propósitos de Dios. En ese sentido según Santiago aquel que sabe “hacer lo bueno y no lo hace le es pecado”. Cada vez que la ira se dedica a defender nuestro orgullo e intereses personales en lugar de buscar la Gloria de Dios y el beneficio de los demás, podemos estar seguros que se transforma en algo pecaminoso que de alguna manera nos va a afectar a nosotros y nuestros semejantes.

No posponer: Dentro de aquellas cosas que “no debemos dejar para mañana si las podemos hacer hoy” se encuentra el solucionar nuestros enojos. Irse a dormir sin perdonar o pedir perdón no nos ayudará a conciliar el sueño y nos dará motivos suficientes para levantarnos mal a la mañana siguiente, de esta manera dos días, de un solo golpe, se pierden de nuestra vida sin que podamos recuperarlos. ¿Por qué posponemos para otro día el solucionar nuestros problemas?… Hay una sola palabra para dar una respuesta adecuada: “orgullo”… Nos gusta demasiado sentarnos a lamer nuestras heridas en vez de dar por terminadas las ofensas. Si la vida es un día a día, entonces no tiene sentido esperar demasiado para solucionar los altercados; a veces ni siquiera importa quien tiene la culpa con tal que se termine la discusión. Sea sincero… ¿No son lindas las reconciliaciones?… ¿Entonces? ¿Por qué esperar?… No se ponga el sol sobre vuestro enojo…

No permitir: El diablo representa todo lo negativo que se nos pueda ocurrir. No es una idea abstracta, sino una persona real que por todos los medios procura “embarrarnos la cancha”. A veces tiene la tarea demasiado fácil porque nosotros le permitimos un lugar que no le corresponde. Detrás de cada enemistad, pelea o distanciamiento se encuentran el diablo y nuestra propia carnalidad haciendo una sociedad muy redituable para sus fines. En este sentido tenemos una sola cosa para hacer.

Como dice Santiago:
  • “Someteos pues a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7)
Cuando Pablo desde la cárcel en Roma imaginaba palabras que fueran adecuadas para presentar un modelo de la vida cristiana en tiempos peligrosos como el que esos cristianos del Primer Siglo debían enfrentar, no tuvo mejor idea que expresar este grito de victoria:
  • “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4)
A la hora de pensar como vivir plenamente esta debería ser nuestra premisa…

Recordemos: ¡Dejemos a un lado el enojo y la amargura y demos espacio al gozo que viene de Dios!
DECH

No hay comentarios:

Publicar un comentario