El artículo hablaba acerca de
diferentes personas mayores y el uso que daban a los últimos años de sus vidas.
En este año, diferentes notas se hicieron eco de la población de mayor edad,
tanto para informar sobre países donde nacían tan pocos bebés, que los ancianos
constituían la mayoría de la población; o mostrar personas en los últimos tramos
de la vida, empleando sus fuerzas para ayudar y enseñar a otros; o a las
familias, enviando a sus ancianos a geriátricos y olvidándose de ellos. La vejez
trae aparejadas muchas complicaciones: para sus poseedores trae limitaciones,
enfermedades y otras consecuencias pero también mucha experiencia y posibilidad
de aplicar todo lo aprendido. Para los cercanos, la opción de abandonar o
acompañar y sacar provecho de lo que pueden enseñar quienes ya lo han vivido
casi todo.
Y me llevó a pensar en personas de la
Biblia que dieron buena y productiva utilidad a toda su vida, aprovechando hasta
el último momento, viviendo con fe y esperanza que son los mejores condimentos
para darle sabor buen sabor y color a nuestra existencia:
Lucas 2:21-32, en ocasión de la
presentación del niño Jesús en el templo:
-
“Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESUS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor... y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación…”
Este hombre, aunque esperaba ya la
muerte debido a su ancianidad, estaba atento a lo que Dios tenía para mostrarle
y no rehuyó moverse y participar de todo lo bueno que se le había
prometido.
Lucas 2:36-38, en la misma
ocasión:
-
“Estaba también allí Ana, profetisa hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del tempo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén”
Esta mujer, aun en medio de la
frustración que podía representar su viudez y falta de hijos, utilizó su larga
existencia para dar, servir y ayudar a otros, sin dejar que sus propias
tristezas opacaran el panorama y pudo ser testigo del mayor acontecimiento de la
historia de la humanidad.
Podemos ser jóvenes o viejos; sanos o
enfermos; fuertes o debilitados. Tener recursos o carecer por completo de ellos.
Lo que nunca debería faltarnos es la disposición a escuchar la Voz de Dios y
actuar acorde a lo que El nos diga.
Recordemos: Nuestras
vidas solamente tendrán verdadero significado en las Manos de nuestro
Dios...
TBS
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