lunes, 24 de septiembre de 2012

Hablemos de...


Alguien dijo: “Los conflictos más grandes no son entre dos personas, sino de una persona consigo misma”

En Lucas 8:26-33 leemos:
  • “Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Altísimo? Te ruego que no me atormentes. Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él... y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y el dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no los mandase ir al abismo. Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó”
Jesús realizó este milagro, extraño quizás a nuestros ojos humanos, y en seguida se generaron diversas reacciones.

Algunos aunque se asustaron, hablaron abiertamente del tema:
  • “Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado” (Lucas 8:24-26)
Otros le pidieron directamente que se fuera de la región:
  • “Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. Y Jesús, entrando en la barca, se volvió” (Lucas 8:37)
El liberado no deseaba separarse de Jesús:
  • “Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él...” (Lucas 8:37)
Las razones del liberado podían ser variadas: sentirse seguro si el enemigo volvía, estar en el centro del escenario, temor a hablar de lo que había ocurrido... tal vez la suma de todas ellas. Pero había un lugar, un momento y una misión para él, como le hizo ver el Señor:
  • “...Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y el se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con el” (Lucas 8:38-39)
¿Hizo Dios algo en nuestras vidas? Debemos contarlo, debemos hacer aquello para lo cual fuimos preparados pues Dios lo hizo en nosotros y El sabe mejor que nadie lo que nos conviene. Solamente nuestros propios conflictos internos podrían hacernos callar...
  • "Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hechos 4:20)
Recordemos: ¡Hablemos de las grandes cosas que Dios ha hecho en nuestras vidas!
TBS 

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