El titular en grandes caracteres
decía: “Con la muerte al hombro” y expresaba la forma en la cual una
persona sentía que llevaba sobre sí el hecho de haber matado a un ladrón que
ingresó a su casa para robar, amenazar y disparar a su familia y a él mismo.
Dice que esa situación “le quita el sueño, lo lleva a sentirse
incomprendido, a afirmar que no volverá a tener armas para defensa en su
casa”
¡Difícil situación con la cual deberá
vivir el resto de su vida!
La Biblia nos dice que llevamos sobre
nosotros una responsabilidad:
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“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mateo 28:19-20)
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“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20)
¿Cómo nos sentimos ante ella? El
Apóstol Pablo sentía su peso sobre las espaldas y lo expresaba así:
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“Pues si anuncio el evangelio no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16)
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“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique...?” (Romanos 10:13-15)
¿Pesan sobre nuestros hombros las
almas perdidas, nos quitan el sueño, nos hacen esforzarnos más para llevar la
Palabra de Dios?
La intensidad de ese peso llevaba a
decir a los enviados de Dios:
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“Entonces volvió Moisés a Jehová y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito” (Éxodo 32:31-32)
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“Pero tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos...” (Romanos 9:2-3)
Dios realiza su Obra a través de
nosotros:
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“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida... con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo” (2 Corintios 2:14-17)
No podremos abarcar el mundo entero,
pero sí un círculo de influencia acorde a nuestras funciones y estamos allí
precisamente para ello. No hay otro que lo haga a menos que Dios lo coloque en
nuestro lugar o a nuestro lado, como bien lo entendió la reina Ester en su
momento:
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“Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte... mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14)
Recordemos: Debemos
caminar por la vida sin pesos extra que nos agobien.
TBS
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