El escritor famoso, en medio de un
vuelo escribía: “Hoy estoy atravesando un hermoso cielo, en un viaje de 45
minutos. He decidido cronometrarlo todo... salí dos horas antes porque se trata
de un vuelo internacional... tuve que esperar 32 minutos en la fila de control
de seguridad... mas de cien pasajeros nos tuvimos que meter como sardinas en un
autobús durante 52 minutos...”. Finaliza la nota diciendo que “lo
mejor es mantener la calma y no discutir. A fin de cuentas sólo son 45 minutos
de viaje ¿no? Claro que no. Fueron necesarias casi cinco horas para que estos 45
minutos fueran posibles”
Un relativamente largo proceso
para resultados específicos de poco tiempo. Me hizo releer lo que escribe el
Apóstol Santiago...
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“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna... Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros... tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor... habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 1:2-4; 5:8-11)
En medio de los sufrimientos que
atravesaba, Job se preguntó:
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“¿Cuál es mi fuerza, para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?” (Job 6:11)
Por lo general vamos al gimnasio para
desarrollar músculos... repetimos recetas para conseguir una comida perfecta...
corregimos borradores para lograr una frase o estrofa armoniosa. El desarrollo
de cualquier tarea nos lleva tiempo para lograr un resultado perdurable, ya
sea en la historia de la humanidad o en la simple memoria de nuestros allegados.
Pero no deseamos ni nos agrada
ejercitar voluntariamente la paciencia. Y menos aún si este ejercicio viene
acompañado de pruebas o dificultades. Si afecta nuestra salud o finanzas. Si
toca los sentimientos o las emociones. Sin embargo, Dios nos dice con
seguridad:
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“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo... y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios... también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:1-5)
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“Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo” (2 Tesalonicenses 3:5)
La paciencia es un ejercicio que nos
aleja rotundamente de la pereza espiritual, como leemos en Hebreos
6:11-12:
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“Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”
Recordemos: La
espera paciente en los Planes de Dios es infinitamente mejor que cualquier
apresuramiento fuera de ellos...
TBS
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