En estos días, todo un país
escuchaba, veía por televisión, participada, creía o descreía la presentación de
un “religioso” foráneo... La pequeña acotación del periódico decía así:
“como pasa con todo fenómeno mediático, en el caso de... y su visita al
país, en la tele hubo de todo. Desde fanatizados tratamientos de divinidad,
hasta faltas de respeto sin otro sustento que el prejuicio”
Escuchar sobre este tema, observar
multitudes siguiendo la oferta, y especialmente leer esta publicación del diario
me llevo a pensar en diferentes ocasiones en las cuales Dios y su Palabra se
refieren a la confusión humana al entregar la adoración a quien no
corresponde:
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“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mi. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:1-6)
Esto es parte de los Diez
Mandamientos que Dios entregó a Moisés, y que todos aquellos que decimos creer
en Dios y en su Hijo Jesucristo debemos obedecer.
El Apóstol Pablo enfrentó a una
nación enfocada erróneamente a buscar a Dios donde no lo hallaría:
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“Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría... le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?... (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo). Entonces, Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos... Hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO...” (Hechos 17:16-23)
Estas personas buscaban un objeto de
adoración, sin importar si era el verdadero o no, sin razonar siquiera si lo que
hacían o decían tenía sentido.
En 1 Corintios 8:4-6
leemos:
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“Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra... Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”
Existen aquellos que adoran ídolos, y
aquellos que elegimos callar o no ante dicha adoración equivocada. Nuestro
temor, nuestro respeto y adoración pertenecen a Dios. Ese es Su derecho. Así lo
enseña Su Palabra. Así debemos hacerlo...
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“...por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén” (Romanos 16:26-27)
Recordemos:
Solamente hay un Dios verdadero y digno de adoración. Es el Dios del cual nos
enseña la Biblia. No hay otro fuera de El.
TBS
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