Una nota de revista se preguntaba
acerca de un producto: “¿Qué significa ser una marca confiable?” Y
explicaba: “Significa tener una enorme responsabilidad, un reflejo del
compromiso de todos los días... la trayectoria es una de las mayores fortalezas
y la confianza se construye obteniendo productos de alta calidad que cubran las
distintas necesidades con una promesa intacta: entregar productos que hagan una
verdadera diferencia para la... de la gente y la manera en que viven sus
vidas...”
Por supuesto, no hay ningún modo de
comparar cualquier producto con lo que Dios nos ofrece, pero leyendo en la
Biblia la forma en que reaccionaban algunos discípulos del Señor Jesús ante sus
hechos maravillosos, me lleva a preguntarme: ¿Cuándo iba a ser suficiente lo que
hiciera para que sus cercanos le creyeran y entendieran Quién era El?
En Lucas 8:22-26 leemos:
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“Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza... y se maravillaron y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aún a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?”
Ellos ya habían visto los milagros
anteriores:
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“...tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum... Y estaban todos maravillados y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?... entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre... e inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía... y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba, también salían demonios de muchos...” (Lucas 4:23, 36, 38-39, 40-41)
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“...y el poder del Señor estaba sobre él para sanar...” (Lucas 5:17)
Consideramos “¿Qué hizo Dios en
mi vida?” ¿Todavía dudamos de El o nos preguntamos incorrectamente
“¿Dónde está, hasta cuándo, por qué no respondes y tantos otros
cuestionamientos que solemos hacer?”
Mejor consideremos dónde está nuestra
fe, para que el Señor no deba preguntarnos, como a los discípulos:
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“...¿Dónde está vuestra fe?...” (Lucas 8:25)
Debemos saber que El es el mismo
siempre:
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“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8)
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“Os escribo a vosotros... porque conocéis al que es desde el principio...” (1 Juan 2:14)
Recordemos: Si
nuestra fe está puesta en el Gran Dios que conocemos... ¿Dónde queda el lugar
para la duda?
TBS
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