sábado, 29 de diciembre de 2012

¿Mitos?


La pregunta era, “¿Por qué se necesitan los mitos?” y el informe analizaba la vigencia de los mismos: “Todas las sociedades necesitan mitos que las explican, expresan e inspiran. Para algunos son creencias falsas, para otros, construyen identidad”

Lo más triste de esta nota era que incluía como mito “las narraciones sagradas que explican la génesis del mundo o de la humanidad: la manzana de Adán y Eva, el Arca de Noé, Moisés en el monte Sinaí”, y a continuación las equiparaba ¡con los mitos de las dietas femeninas que salen en las revistas!

Pero quienes creemos en Dios y consideramos como corresponde que la Biblia es Su Palabra sabemos que esos relatos no son mitos: La Creación existe, el Diluvio existió, las tablas y la ley de Moisés existieron. Lo que comieron Adán y Eva no fue una manzana, que jamás es nombrada en la Biblia en relación a ese hecho, sino “un fruto del árbol”

¿Por qué la gente prefiere creer en mitos y no en la Palabra de Dios?

Quizá porque les resulta más fácil:
  • “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4)
O porque sus corazones están tan alejados de Dios que no pueden comprender Su Verdad:
  • “Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones... Y entendiéndolos Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís?...” (Marcos 6:52; 8:17-18)
O porque siendo Dios Real, si lo admitieran deberían enfrentar su condición pecaminosa:
  • “...entonces se humillará su corazón... y reconocerán su pecado” (Levítico 26:41)
  • “Reconocemos, oh Jehová, nuestra impiedad... porque contra ti hemos pecado” (Jeremías 14:20)
Al reconocer esto, se deberá enfrentar la realidad del Juicio de Dios:
  • “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio” (Salmos 51:4)
El Señor Jesucristo advirtió a sus contemporáneos:
  • “También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis... Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?... Mas os he dicho que aunque me habéis visto, no creéis” (Juan 5:38, 47; 6:36)
Y el Apóstol Pedro lo ratificó diciendo:
  • “Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes...” (1 Pedro 2:7)
Escuchemos Su Voz y Su Verdad mientras hay tiempo:
  • “...si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones...” (Hebreos 3:15; 4:7)
Recordemos: Creamos de todo corazón en la Palabra de Dios, y no nos dejemos impresionar por especulaciones irreales...
TBS

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