A veces las cosas no suceden. O lo
hacen de la manera que no queremos. O sucede aquello que preferiríamos que nunca
ocurriera.
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En este año que termina, mi cactus no floreció, por primera vez desde que mi amiga me lo regaló, hace ya varios años.
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Este año, la rosa que mis hijos trajeron a casa cuando eran adolescentes, hace bastante tiempo ya, parece haberse secado.
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Y también este año, las enfermedades fueron la compañía constante en nuestra familia.
¿Qué pensamos, cómo lo vivimos, con
qué recursos enfrentamos estas situaciones?
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Pues, quizás el cactus esté sobrecargado en su pequeña maceta y no le queden fuerzas para florecer...
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Menos mal que hace dos años saqué una rama del rosal y la planté en otra maceta donde sí ha dado flores...
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¡Gracias a Dios que continuamos con vida, a pesar de lo maltrechos de nuestros cuerpos!
Por supuesto que nos gustaría que
esas y otras cosas no fueran así. Pero lo fueron y debemos corregirlas,
agradecerlas o afrontarlas, según se presenten. Es lo que la Biblia nos
enseña:
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“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:29-31)
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“A ti, Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza...” (Daniel 2:23)
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“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18)
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“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4)
Este año ya pasó, pronto será ayer.
En seguida comenzará un nuevo año, será el presente y ya el siguiente día se
convertirá en futuro. Formará parte de cada una de las mañanas nuevas que Dios
nos dará, con nuevos desafíos y nuevas misericordias para vivir en
él...
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“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré” (Lamentaciones 3:23-24)
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“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice alma mía, a Jehová, y no olvides ningunos de sus beneficios” (Salmos 103:1-2)
Recordemos: Tenemos
al alcance de la mano, nuevas y maravillosas oportunidades junto a nuestro Gran
Dios...
TBS
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