viernes, 21 de diciembre de 2012

Violencia... o Paz...


La nota, larga, hablaba sobre la violencia en el siglo XXI: “...de las grandes guerras... de la violencia entre naciones a la violencia de lo cotidiano... una perspectiva sobre un mundo cada vez más cruel. La persona entrevistada decía que uno de los síntomas más relevantes de nuestra contemporaneidad es el fenómeno de la violencia... los impulsos primitivos salvajes y malignos de la humanidad no han desaparecido... el progreso de la civilización no ha moderado la violencia ni ayudado para que se encauce...”

La violencia se desarrolló en el ser humano luego de la caída en pecado del primer hombre, Adán. Luego de esto, fue un descenso sin freno:
  • “...¿has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí... Y aconteció andando el tiempo... dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató... Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra... dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne... y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal...” (Génesis 3, 4, 6)
Esto no es un mal de este siglo, porque hace ya mucho tiempo el salmista decía:
  • “Líbrame, oh Jehová, del hombre malo; guárdame de hombres violentos, los cuales maquinan males en el corazón, cada día urden contiendas, aguzaron su lengua como la serpiente; veneno de áspid hay debajo de sus labios” (Salmos 140:1-3)
Si bien la fuerza de la violencia es mucha, en el Señor tenemos la fortaleza y los recursos para librarnos de ella:
  • “Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro” (Isaías 25:4)
  • “...he resuelto que mi boca no haga transgresión. En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los violentos. Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen” (Salmos 17:3-5)
Y mientras andamos en medio de este mundo lleno de violencia y maldad, podemos aferrarnos confiadamente a la promesa del Señor Jesucristo:
  • “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27)
  • “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)
Recordemos: La violencia es natural para el ser humano sin Dios... Quienes creemos tenemos al Señor y su Paz que nos sostiene y acompaña...
TBS

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