En la Biblia leemos:"Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu
Dios estará contigo en dondequiera que vayas" (Josué 1:9)
La nota hablaba acerca de ciertas
conductas que rigen “el éxito, el liderazgo y algo de nuestra forma de
ser”. Mencionaba frases como: “Calidad de liderazgo... que impone su
voluntad... no consulta otra opinión más que para confirmar la propia... otro
sin resignar la genialidad de líder da espacio al crecimiento, fortalece los
mecanismos que permitirán el futuro traspaso...”. Luego hablada de
“nuestro desdén por el esfuerzo” y remataba la nota afirmando
“ciegos a las causas, culpamos de las consecuencias al destino”
Interesantes conceptos... En la vida
cristiana deberíamos buscar hacer la Voluntad de Dios, ayudar a otros a crecer
para, a su vez, llegar a ser útiles a sus semejantes. Pero, por supuesto todo
ello requerirá esfuerzo.
En la Biblia se nos habla muchas
veces del esfuerzo:
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“Solamente esfuérzate y sé muy valiente...” (Josué 1:7)
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“Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón” (Salmos 31:24)
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“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1)
El Apóstol Pablo se esforzaba y
trabajaba incansablemente:
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“Pues vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros...” (2 Tesalonicenses 3:7-8)
Pero también era consciente que él
trabajaba y Dios daba los resultados, bendiciendo su dedicación:
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“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios bien con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará” (Isaías 35:4)
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“¿Qué pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y esto según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor” (1 Corintios 3:5-8)
Lo que hacemos debe ser en beneficio
de los demás y agradando al Señor:
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“...como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos” (1 Corintios 10:33)
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“Por tanto, procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo...” (2 Corintios 5:9-10)
Haciendo así, veremos las bendiciones
prometidas en 1 Juan 3:22:
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“...confianza tenemos en Dios; y cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”
Recordemos: Sea que
seamos líderes o no, nuestras acciones y esfuerzo deben estar dirigidos a
agradar a Dios y servir a nuestro prójimo...
TBS
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