domingo, 10 de febrero de 2013

La mirada correcta

En la Biblia leemos: “Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni aún Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos” (Mateo 6:28-29)


En la contratapa del diario decía: “Quien sea incapaz de discernir la insignificancia de lo que aparentan ser grandes cosas, estará mal preparado para apreciar la grandeza de las pequeñas cosas”

La mirada que damos a lo que nos rodea, sea material o humano es tan variada como personas hay en la tierra. Nos importan ciertas cosas, que a otros no afectan en absoluto. Nos agradan algunas que resultan deplorables para otro. Y también nos preocupa lo que para los demás pasa inadvertido.

Ocurren cosas grandes:

  • “...y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel” (Deuteronomio 34:12)
  • “Él hace cosas grandes e incomprensibles, y maravillosas, sin número” (Job 9:10)

Y existen las pequeñas:
  • “Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra... las hormigas...los conejos... las langostas... la araña...” (Proverbios 30:24-28)

Pero, lo que tiene importancia transcendente es cómo mira Dios las cosas:

  • “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7)
  • “¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras” (Proverbios 24:12)

Y partiendo de considerar la mirada de Dios, podemos preguntarnos ¿Cómo debemos vernos a nosotros mismos? 

La respuesta se encuentra en Romanos 12:3-5

  • Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”

El Apóstol Pablo entendía su condición, posición y responsabilidad:

  • “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:8-11)

Recordemos: Debemos mirarnos a nosotros mismos y lo que nos rodea con la mirada de Dios...

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