En la Biblia leemos:
“...bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis
bendición” (1 Pedro 3:9)
La nota, hablando acerca de algunos
funcionarios que no cumplen a conciencia sus labores y, al mismo tiempo
reconocen su desconocimiento acerca de las circunstancias o elementos que hacen
a su trabajo, afirmaba: “Sin la menor noción de cuál es su cometido ni qué
representan los bienes que deben custodiar”
Esto es precisamente lo contrario a
lo que debería ser... ¿Cómo puede un arquitecto diseñar algo si desconoce su
trabajo? ¿O un médico curar si no sabe nada sobre el cuerpo humano? ¿O un
maestro enseñar sin conocer lo elemental?
La Biblia nos enseña cuál es nuestro
cometido:
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“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mateo 28:19-20)
Nos dice también que debemos
aplicarnos con esmero, cuidando y realizando aquello que se nos ha
encomendado:
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“Así pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:1-2)
Y tomando conciencia del valor
infinito del bien puesto a nuestro cuidado:
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“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19)
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“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10)
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“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Corintios 4:7)
A los funcionarios que no cumplen con
esmero su trabajo, su empleador puede reclamarles una rendición. Pero a los que
hemos recibido la Gracia de Dios, el Señor mismo nos pedirá cuenta de lo que fue
puesto bajo nuestra responsabilidad:
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“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:36-37)
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“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10)
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“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13)
El Apóstol Pablo nos dice:
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“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”
Recordemos: Sabiendo
que lo que se nos encomendó es precioso, debemos administrarlo con total
esmero...
TBS
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