jueves, 16 de agosto de 2012

Dios es Nuestra Seguridad…


Leer Salmo 94

“El Salmo es otra discusión patética del antiguo enigma: “¿Por qué prosperan los impíos?”. Es otro ejemplo de un hombre bueno perplejo por la prosperidad de los inicuos, que alienta su corazón al recordar que, después de todo, hay un Rey en el cielo, el cual dice la última palabra sobre el gobierno de las cosas” (Charles Spurgeon)

Aunque sabemos que al final el Bien habrá de triunfar, en el presente muchas veces la maldad avanza más de lo que los hijos de Dios desearíamos o mereceríamos. De todas maneras, como el salmista podemos esperar en la Justicia de Dios aunque nos cueste entender sus tiempos y sus razones…

El salmista reclama un Castigo…
  • “Jehová, Dios de las venganzas… muéstrate, engrandécete, oh Juez de la tierra; da el pago a los soberbios…” (Salmos 94:1-7)
La base sobre la cual reclama castigo para los malignos en referencia al Señor es:
  1. Su Esencia: “Dios de las Venganzas… Juez de la tierra”. Cuando Romanos 12:19 enseña que Dios dice: “Mía es la venganza”, se refiere al hecho de que Él es el Juez Supremo del Universo y que sus decisiones no admiten apelación ante un Tribunal Superior porque no lo hay. “No solo tiene poder para hacer justicia, sino que a su misma naturaleza pertenece el hacerla” (Mathew Henry)
  2. Su Esplendor: “muéstrate… engrandécete…”. Los enemigos erróneamente creían que Dios estaba derrotado porque lo estaba su pueblo, pero el salmista reclamaba un atisbo de Su Gloria para que fuera evidente Quien tiene el Control…
  3. Sus Enemigos: “Y dijeron: No verá Jah”. Sumada a todas sus maldades estaba la actitud desfachatadamente atea que los enemigos manifestaban. La pregunta era: “¿Hasta cuándo?”, porque no era bueno ver la maldad avanzar con jactancia…
El salmista espera la Corrección…
  • “Entended, necios del pueblo… Bienaventurado el hombre a quien tú, Jah, corriges, y en tu ley lo instruyes…” (Salmos 94:8-15)
Al observar detenidamente oyendo, viendo, escuchando y percibiendo los pensamientos de los hombres, Dios concluye “que son vanidad” lo que implica que “son insustanciales” y “no sirven para nada”. Esa es la razón por la que el salmista comprende que la verdadera bienaventuranza se encuentra en que Dios esté moldeando a Su Pueblo aún en medio de la aflicción. Los enemigos “quebrantan” pero Dios “corrige”, como un padre amoroso lo hace con su hijo…

“La mente del salmista se va aquietando. Ya no se queja a Dios ni discute con los hombres, sino que afina su arpa a melodías más suaves, porque su fe percibe que, aun para el creyente más afligido, todo va bien” (Charles Spurgeon)

El salmista declara su Confianza…
  • “¿Quién se levantará por mí contra los malignos?... Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio. Cuando yo decía: Mi pie resbala, tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba…” (Salmos 94:16-23)
“El pequeño mundo dentro de nosotros, como el gran mundo fuera, está lleno de confusión y de lucha; pero cuando Jesús entra en él y susurra: “Paz a ti”, hay calma, sí, un trance de felicidad. Apartémonos de contemplar la lastimosa opresión del hombre y la predominancia presente de los impíos y veremos este santuario de puro reposo que se halla en el Dios de toda consolación” (Charles Spurgeon).

Como Asaf en el Salmo 73, el pie del salmista estuvo a punto de resbalar, pero en Dios encontró firmeza en terreno resbaladizo…

Recordemos: “Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio” (Salmos 94:17)
DECH

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