Leer Salmo 88
“Esta triste queja no produce la
impresión de un Salmo, ni podemos concebir como puede ser llamado con un nombre
que denota un canto de alabanza o de triunfo; con todo, quizá fue intencional
llamarlo así para mostrar en que forma la fe “se gloria en las tribulaciones”.
Con toda seguridad, si hay algún cántico de tristeza y un salmo de lamentación,
es éste” (Charles Spurgeon)
En muchos sentidos el Salmo 88 es
excepcional, ya que normalmente los cantos que expresan un ánimo angustiado
concluyen con una nota de esperanza, pero como dice Mathew Henry: “Este
salmo es una lamentación y no concluye, como suelen acabar los salmos
melancólicos, con la menor insinuación de consuelo ni gozo, sino que, de
principio a fin, está envuelto en pena y tristeza”. A pesar de ello,
podemos encontrar lecciones muy valiosas para nuestra vida en su lectura y
reflexión…
Las Demandas de un
angustiado…
-
“Oh Jehová, Dios de mi salvación, día y noche clamo delante de ti… Porque mi alma está hastiada de males… Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción…” (Salmos 88:1-9)
“Las primeras palabras del salmo
son las únicas que indican un poco de consuelo, pues antes de comenzar sus
quejas, llama a Jehová “Dios de mi salvación”, lo cual insinúa que, por mal que
le fuesen las cosas todavía esperaba de Dios la salvación” (Mathew Henry).
Como dijera Charles Spurgeon: “En tanto que el hombre puede ver a Dios como
su Salvador, para él nunca es medianoche por completo”.
Más allá de esta nota de esperanza
todo lo que sigue es una lista de quejas y reclamos, lo cual es bastante lógico,
ya que cuando una persona ingresa en un estado depresivo le cuesta ser objetivo
al observar sus realidades y, normalmente, busca culpables fuera de sí siendo,
con seguridad, Dios el principal demandado…
Los Desafíos de un
angustiado…
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“¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?... ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia?...” (Salmos 88:10-12)
En la mentalidad del Antiguo
Testamento los únicos en capacidad de alabar a Dios son los que viven en este
mundo. El salmista expresa sentimientos de extrema angustia y se identifica con
los muertos antes que con los vivos. Esto puede verse claramente en su mención a
“los muertos”, “el sepulcro”, “el Abadón”, “las tinieblas” y “la
tierra del olvido”. Su desafío a Dios era: “¿Se levantarán los muertos
para alabarte?”, lo cual era un sinsentido en su concepción religiosa.
Hubiera sido bueno que considerara a Job quien dijo: “Yo sé que mi Redentor
vive, y al fin se levantará sobre el polvo, y después de deshecha esta mi piel,
en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:25-26). El hijo de Dios tiene
esperanza porque en Cristo podemos afirmar: “¿Dónde esta muerte tu aguijón?
¿Dónde oh sepulcro tu victoria?” (1 Corintios 15:55)
La Depresión de un
angustiado…
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“Mas yo a ti he cantado, oh Jehová… ¿Por qué escondes de mi tu rostro?... Sobre mi han pasado tus iras y me oprimen tus terrores…” (Salmos 88:13-18)
El salmista se derrumba en un túnel
de oscuridad lo que acarrea para él solo depresión. Es esencial en estos casos
hacer las preguntas correctas no para hundirnos más en el pozo sino para
descubrir dónde está la salida, sin perder la perspectiva de Su Carácter Amoroso
y Su Buena Voluntad para con nosotros.
Como dice Charles Spurgeon: “Dios
no puede obrar para nosotros como no sea en una forma recta y misericordiosa;
por tanto, hay razón suficiente para cada golpe que recibimos de su vara en el
juicio de su corazón amoroso; procuremos aprender esta razón y aprovecharnos de
ella”
Recordemos: Dios es
Bueno… eso es suficiente para mí…
DECH
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