Leer Salmo 86
“Este Salmo es un lamento
individual en el que David expresa su angustia y se sobrepone a la misma
mediante la alabanza y la adoración. Hay una sensación de urgencia que se
demuestra en unas catorce peticiones de oración” (John Mac
Arthur)
Según el Diccionario la
“Misericordia” es “la disposición a compadecerse de los trabajos y
miserias ajenas”. En un sentido estricto implica “un corazón que se
conmueve por la miseria”. David repite varias veces en su oración que su
necesidad principal es que Dios se disponga a atender a su necesidad con
“misericordia”, por eso este Salmo es llamado “La Oración de
David”. Todos los creyentes podemos identificarnos con sus palabras y
apropiarnos de esta oración para elevarla en el silencio de nuestra
alma…
Los Argumentos del
salmista…
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“Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame… En el día de mi angustia te llamaré, porque Tú me respondes” (Salmos 86:1-7)
“Cuando nuestras oraciones son
humildes a causa de nuestra pequeñez, o débiles por razón de nuestra debilidad,
o sin alas a causa de nuestro abatimiento, el Señor se inclina hacia ellas;
Jehová, infinitamente enaltecido, les presta atención” (Charles
Spurgeon)
En cada petición David expresa una
razón por la cual el Señor habría de responderle…
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Pide Atención: “Inclina tu oído… escúchame… Porque estoy afligido y menesteroso”
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Pide Aliento: “Guarda mi alma, porque soy piadoso”
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Pide Amparo: “Salva a tu siervo… en ti confía”
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Pide: Apoyo: “Ten misericordia… Porque a ti clamo…”
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Pide Alegría: “Alegra el alma… Porque a ti levanto mi alma”
El acceso al Trono de la Gracia está
abierto, pero de nada sirve sino nos acercamos “para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16)
Las Alabanzas del
salmista…
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“Oh Señor, ninguno hay como tú… Porque tú eres grande y hacedor de maravillas… Te alabaré… con todo mi corazón…” (Salmos 86:8-13)
“Cuando mi corazón no esté
dividido, te lo entregaré por entero. No hay que rendir alabanza a menos que
sea con todo nuestro corazón, alma y fuerzas, pues de otro modo no será ni real
ni aceptable” (Charles Spurgeon)
David sabe que la verdadera alabanza
no es simplemente el fruto de haber recibido los favores de Dios, sino la
consecuencia principal de vivir una relación genuina con Él, por eso dice:
“Afirma mi corazón para que tema tu nombre” (v.11); lo que implica
sencillamente tener un corazón no divido, o en otras palabras en completa
integridad.
Los Anhelos del salmista…
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“Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí… Mírame y ten misericordia de mí… Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste” (Salmos 86:14-17)
Dios es descripto como
“misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y
verdad”. En estas virtudes se basa David para expresar su confianza ante
los peligros que le acarreaban los “soberbios”.
Pide cuatro cosas esenciales que
transformarían su vida:
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Su Misericordia: “Mírame, y ten misericordia…”
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Su Motivación: “Da poder a tu siervo” (“pon tus fuerzas dentro de mi”… “pero recibiréis poder…” Hechos 1:8)
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Su Marca: “Y guarda al hijo de tu sierva”
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Su Misión: “Haz conmigo señal para bien”
Recordemos: “La
oración es el delgado nervio que mueve los músculos de la Omnipotencia”
(Charles Spurgeon)
DECH
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