Leer Salmo 101
“Este es precisamente un Salmo
que el hombre según el corazón de Dios redactaría cuando estaba a punto de
llegar a ser rey de Israel. Es de David por completo, directamente,
decididamente; no hay indicio de vacilación; el Señor le ha designado para ser
rey, y él lo sabe; por tanto, se propone en todas las cosas comportarse como
corresponde a un monarca a quien el mismo Señor ha escogido” (Charles
Spurgeon)
También conocido como el “Salmo
de las resoluciones piadosas” o “El espejo para los magistrados”,
este cántico expresa una serie de proposiciones de un corazón honesto, que
entiende que nunca alabaremos mejor al Señor que cuando hacemos las cosas que
son agradables a su vista… Algunos comentaristas creen que David lo escribió
luego de preguntarse “¿Cómo ha de venir a mí el arca de Jehová?” (2
Samuel 6:9), el día que Uza muriera al intentar sostener el Arca del Pacto sin
ser un sacerdote designado para ese fin. Ser rey de Israel significaba buscar la
santidad personal pero también la pureza de su pueblo… esto le llevaba a tomar
una serie de sabias elecciones…
El salmista elige la
Virtud…
-
“Misericordia y juicio cantaré… Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa” (Salmos 101:1-2)
La “misericordia y juicio (o
justicia)” eran un contraste muy marcado con el reinado de Saúl. Para
lograr marcar esa diferencia David entendía que debía andar en “camino de
perfección” e “integridad”.
Es interesante observar que David
dice que su andar integro sería evidente “en medio de mi casa”. Como
explicara John Maxwell: “Una persona con integridad no divide su lealtad
(eso es duplicidad), ni finge ser de otra manera (eso es hipocresía). La gente
con integridad es gente completa; puede identificarse por tener una sola manera
de pensar. Las personas con integridad no tienen nada que esconder ni nada que
temer. Sus vidas son libros abiertos”
El salmista elige la
Victoria…
-
“No podré delante de mis ojos cosa injusta… Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado…” (Salmos 101:3-5)
Una traducción del versículo 3 dice:
“No pondré palabra de Belial delante de mis ojos”, dando a entender que
no atendería a los aduladores que le podrían hacer errar el camino.
“Un pájaro puede descender y
posarse sobre la casa de uno, pero puede decidir si hace nido allí o no; y el
diablo o sus instrumentos pueden presentar un objeto malo a la vista de un
hombre, pero este puede decidir si lo acepta y abraza o no. El que un hombre
ponga delante de sus ojos cosas malas no es otra cosa que pecar en el propósito,
disponerse a pecar o venderse al pecado” (George Hakewill)
El salmista elige la
Verdad…
-
“Mis ojos pondré en los fieles de la tierra para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá… El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos” (Salmos 101:6-8)
La mentira y las malas artes no
necesitan ser nuestras prácticas para transformarse en nuestras compañeras. Si
nos rodeamos de quienes erran el camino, tarde o temprano seremos afectados con
su corrupción. David en su condición de líder social y espiritual del pueblo de
Dios debía no solo ser honesto en esencia sino también en experiencia, para lo
cual era clave que revisara adecuadamente quienes eran las personas que le
rodeaban y servían. Ya había declarado en el Salmo 1:1 este propósito de vida:
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en
camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”
Recordemos: Somos
responsables por nuestras elecciones de vida…
DECH
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