Una nota hacía referencia a perfumes
que creaban, fabricaban o patrocinaban personas famosas, especialmente del mundo
del espectáculo y decía: “Aroma de estrellas. Tener fragancia propia es el
sueño narcisista de cualquier celebrity”. Luego afirmaba que “en un
mercado muy competitivo, en el que las empresas del rubro lanzan productos a
ritmo vertiginoso, no es poca cosa que una fragancia se mantenga vigente...
Algunos de estos productos tienen vuelo corto, a veces tan corto como el suceso
del famoso que puso el nombre. No son productos destinados a perdurar”
¡Sueñan con tener un perfume!... y el
colmo es que la mayoría de las veces ese producto no es rentable, ni resiste el
paso del tiempo... Por el contrario, ¿somos conscientes que cada uno de
nosotros tiene un aroma ante Dios que perdura para siempre?
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“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida” (2 Corintios 2:15-16)
Los creyentes somos olor grato en
Cristo, y elevamos un aroma especial ante Dios:
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“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos... Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos” (Apocalipsis 5:8 y 8:4)
¡Qué gran privilegio tenemos! No
solamente somos un agradable perfume para Dios, sino que nuestras oraciones
llegan a Él como un excelente aroma, y Él mismo nos anima a elevarlo
continuamente:
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“...y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:13-14)
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“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:15-16)
Ya que tenemos el perfume, ¿nos
esforzamos por esparcirlo a nuestro alrededor? El Apóstol Pablo
decía:
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“Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones” (Romanos 1:8-9)
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“Por esta causa también yo... no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones” (Efesios 1:15-16)
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“Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17)
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“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41)
Recordemos: No somos
famosos... no será nuestro sueño narcisista... simplemente, ¡es el privilegio
que Dios nos da!
TBS
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