miércoles, 10 de octubre de 2012

Si decimos...


La afirmación de una persona ligada al Derecho Civil, conocida públicamente, con una imagen importante a proteger o al menos a responder ante la sociedad por sus acciones debido precisamente a su profesión y desempeño es la siguiente: “Nadie que tenga convicciones... y defienda... puede justificar... es difícil no tener coherencia entre quienes dicen... y al mismo tiempo...”

Se refería a determinadas conductas, declaraciones y acciones directas de personas que dicen que son una cosa, pero sus hechos parecen mostrar precisamente lo contrario.

Con respecto a esto la Biblia nos enseña con claridad:
  • “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros... Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros...” (1 Juan 1:5-10)
Si somos de Cristo, si decimos que estamos en El, entonces debemos vivir como Él dice que lo hagamos:
  • “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:1-4)
En Santiago leemos acerca de la boca y de qué manera las palabras que ésta pronuncia, deberían enfocarse hacia una misma dirección:
  • “...la lengua... con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3:8-12)
Así como nuestras palabras, también nuestras acciones deben ser coherentes:
  • “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras...¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?... la fe actuó juntamente con las obras... la fe se perfeccionó por las obras” (Santiago 2:17,22)
Recordemos: Debemos tener conductas coherentes con lo que decimos que somos.
TBS

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