martes, 2 de octubre de 2012

Ilusiones reales...


La nota de un sociólogo decía: “La evolución tecnológica parece racional, pero es un caballo desbocado. La gente no podría sobrellevar la vida sin las garantías de comodidad y progreso que le dan artefactos de todo tipo. Pero son ilusiones por las que se paga un precio alto”. El experto agrega: “la vida de todos nosotros parece transcurrir en una caverna técnica, un refugio adictivo del que brota el confort y ofrece modalidades inverosímiles de consumo... los artefactos logran anestesiarlo todo”

Leyendo esto, consideré seriamente unas preguntas que surgieron en mi mente: ¿Cuáles son las cosas que nos importan realmente? ¿Es cierto que no podríamos sobrellevar la vida sin ciertos artefactos de hoy?
  • “No confíe el iluso en la vanidad, porque ella será su recompensa” (Job 15:31)
  • “Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan” (Jonás 2:8)
La Biblia nos enseña qué debemos tener en cuenta para que nuestras vidas estén en sintonía con los deseos de Dios:
  • “En ti, oh Jehová, he confiado, no sea yo confundido jamás... Por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio... Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias. Mas yo en Jehová he esperado... pusiste mis pies en lugar espacioso... Ten misericordia de mí... porque estoy en angustia... porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar... he Venido a ser como vaso quebrado... sálvame por tu misericordia. No sea yo avergonzado... ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres...” (Salmos 31)
Ser adicto a algo es similar a ser seguidor, adepto, incondicional, amigo, intoxicado. Implica dejarse llevar por los deseos "acerca de". Esto puede resultar muy perjudicial para nuestras vidas, como el Señor nos advierte:
  • “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12)
  • “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 3:16-17)
Sería maravilloso vivir cómodamente y rodeado de los elementos más modernos y lujosos, pero ¿es eso la vida real? ¿Cuál sería el precio alto que pagaríamos por disfrutarlo?
Salomón sabía de lo que se trataba cuando dijo:
  • “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo, y esta fue mi parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol... Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas...” (Eclesiastés 2:10-13)
  • “Dejad las simplezas, y vivid, y andad por el camino de la inteligencia” (Proverbios 9:6)
Recordemos: El Apóstol Pablo repetía “todo me es lícito, pero no todo me conviene”
TBS

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