La revista enumeraba una serie de
mitos de todo el mundo diciendo: “Todos sabemos que...” explicando lo
que acostumbramos a creer por haberlo escuchado, leído sobre ello o visto... ¡y
los refutaba!
“Los esquimales inuit no viven en
iglús y aunque es cierto que los construyen solo son para excursiones de caza y
migraciones y muchos ancianos jamás han oído hablar de ellos...¡ah!... y tampoco
se frotan las narices para besarse. Esto parece haber sido la impresión de los
primeros exploradores europeos debido a que las gruesas pieles que usaban para
cubrirse parecían excluir cualquier otra posibilidad de demostración de
afecto”
El autor termina diciendo: “como
he comprobado frecuentemente en mis viajes, la realidad es tan interesante como
el mito”
¿Qué creemos nosotros? ¿Son
nuestras creencias acerca de Dios, la Salvación, la Eternidad y aún la vida
cristiana de todos los días mitos inventados, costumbres acomodadas a los gustos
o necesidades de alguien o verdades irrefutables de la Palabra de
Dios?
El Señor Jesucristo dijo:
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la
vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí
para que tengáis vida” (Juan 5:39-40)
“...a vosotros os parece... y no
queréis...” Tenemos que entender la diferencia entre lo que creemos que
dice y lo que realmente dice la Biblia. Debemos prestar atención al contexto, a
quien fue dirigida y en qué circunstancias, en general, al progreso de la
enseñanza.
A modo de ejemplo consideremos que la
Ley del Antiguo Testamento, en lo referente a la alimentación, decía:
-
“... Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra...” (Levítico 11:2)
Luego, a Pedro hubo que convencerlo
que comiera otra cosa:
-
“... Pedro subió a la azotea para orar... Y tuvo gran hambre, y quiso comer... y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo... en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces...” (Hechos 10:9-16)
-
“De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10:25-26)
Así como en este caso, también
podemos encontrar otras enseñanzas en el Nuevo Testamento que Dios estableció
ampliando o modificando lo que se conocía o hacía en otros momentos y
lugares.
Efesios 5:15-17 nos dice: “Mirad,
pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios... por tanto
no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”
Ser entendidos nos lleva a analizar
lo que creemos, conocer si lo que consideramos como ley se sostiene hasta los
últimos capítulos de la Palabra de Dios.
Seamos realistas y veraces, no
enseñemos mitos sino lo que verdaderamente dice Dios en Su Palabra...
Recordemos: No
podemos agregar ni quitar letras, palabras ni verdades a aquello que Dios nos
dejó para nuestro bien...
TBS
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