sábado, 27 de octubre de 2012

Enemigo único...


Últimamente, debido a determinados enfrentamientos, se citaron frases de ciertos autores que afirman cosas como: “necesidad de crear enemigos”, “se crean monstruos imaginarios... comienzan con chistes... concretan escenarios siniestros”, “se desatan euforias pero también rencores... cuchicheos celosos...” y luego citan a alguien que dijo: “Prefiero elegir a mis enemigos antes que mis enemigos me elijan a mí”

Bueno, para los cristianos las enemistades quedan fuera de toda consideración conforme a las palabras del Señor Jesucristo:
  • “Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestro enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian... y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos... Amad, pues, a vuestro enemigos, y haced bien... porque él es benigno para con los ingratos y malos” (Lucas 6:27-36)
También en Gálatas 5:20 y Efesios 2:15-16 leemos acerca de las enemistades humanas, puestas al mismo nivel que otros pecados que consideraríamos “peores”:
  • “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías”
  • “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades... para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz”
Esto en cuanto a personas, pero la Biblia nos enseña que sí tenemos un gran y verdadero enemigo, contra el cual no solamente nos está permitido enfrentarnos, sino que es un deber hacerlo:
  • “...el que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo...” (Mateo 13:37-39)
  • “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe...” (1 Pedro 5:8-9)
Ese enemigo es el que nos aleja de Dios y por ello necesitamos acercarnos nuevamente a Él mediante la reconciliación que nos provee en Cristo:
  • “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo...” (Romanos 5:8-10)
  • “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados...” (2 Corintios 5:18-19)
  • “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación... Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia... por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:15-20)
Recordemos: No debemos luchar ni enfrentarnos con nuestro prójimo, pero debemos dar dura batalla al enemigo del Señor y nuestro.
TBS

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