jueves, 4 de octubre de 2012

Gran Maestro...


El final de la larga nota de ruidosa actualidad decía así: “Los docentes son los que ponen a prueba sus propios conocimientos en la medida en que pueden trasmitirlos con éxito a sus alumnos. Y los estudiantes son aquellos que con sus preguntas, cuanto más mejor, pueden llegar a meterlos en el brete deseado, aquella cuya respuesta aún no ha sido formulada, cuya inquisición demandará un trabajo conjunto”

El Señor Jesucristo era Maestro. Los discípulos y cada seguidor del Señor, alumnos.
No podemos, bajo ninguna circunstancia ni punto de vista comparar al Señor de Señores con ningún mortal, pero sí debemos tomar nota de sus enseñanzas y de los métodos que utilizaba para hacerlo.

El objetivo de su enseñanza era claro, según explica el escritor de Los Hechos:
  • “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:1-3)
Su paciencia era amplia:
  • “Otra vez Jesús les habló... Respondió Jesús y les dijo... Respondió Jesús... Otra vez les dijo Jesús... y les dijo... Entonces Jesús les dijo... Pero no entendieron que les hablaba...les dijo, pues, Jesús... Dijo entonces Jesús... Les respondió... Jesús entonces les dijo... Respondió Jesús... Respondió Jesús... Jesús les dijo” (Juan 8:12,14,19,21, 23,25, 27-28,31,34,49,42,49,54,58)
Sus respuestas llevaban a conocer más a Dios:
  • “...para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre” (Juan 10:38)
Respaldaba sus enseñanzas:
  • “Y cuando terminó Jesús estas palabras la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28-29)
  • “Y les enseñaba por parábolas muchas cosas... Porque enseñaba a sus discípulos... Y de nuevo les enseñaba como solía..." (Marcos 4:2, 9:31; 10:1)
Pretendía que sus discípulos entendieran quién era y a qué había venido:
  • “...¿no entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?” (Marcos 817-18)
Aún cuando le hacían preguntas con astucia, ninguna lo apartaba de la Verdad:
  • “Dinos pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron” (Mateo 22:17-22)
En Efesios 1:17-8 leemos:
  • “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado...”
Recordemos: Tenemos un Gran y Único Maestro... Aprendamos junto a El y sigamos Su Ejemplo...
TBS 

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