jueves, 22 de noviembre de 2012

Cambio radical...


La nota decía: “De guerrero a pacificador... Jamás había pensado que alguna vez haría lo que está haciendo cuando era el duro personaje que dedicaba el cien por ciento de su tiempo a diseñar el aniquilamiento de... se inclinaba sobre los mapas y marcaba los puntos, círculos y líneas de las zonas de despliegue... Por entonces solo le interesaba la victoria... una victoria total y aplastante... desmantelamiento total o capitulación incondicional... ninguna otra cosa... nadie habría imaginado que instalado en el despacho de... negociaría la pacificación...”

Esto me llevó a pensar en las acciones de Saulo de Tarso, cuando solo quería destruir a los cristianos:
  • “Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones y crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios... entonces ellos, dando grandes voces, arremetieron a una contra él... Y Saulo consentía en su muerte... Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén” (Hechos 7:54-60; 8:1; 9:1-2)
  • “Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres” (Hechos 22:4)
  • “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba” (Gálatas1:13)
¿Qué produjo el cambio radical en su vida?... Un encuentro personal con el Señor Jesucristo, al que él perseguía:
  • “Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazareth, a quien tu persigues. Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. Y dije: ¿Qué haré Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas... Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré. Y él dijo: el Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído” (Hechos 22:6-16)
Y este cambio no fue político ni temporal. No lo movilizaba el interés ni era resultado de un sistema. Fue sencillamente la obra inalterable de Dios en la vida de ese hombre. Así como se había entregado apasionadamente a perseguir, ahora se dejaba llevar por el Espíritu Santo para bendecir y divulgar el precioso evangelio.

Recordemos: Dios hace Su Obra maravillosa de maneras que ni imaginamos antes de vivirlo...
TBS

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