La nota relataba el trabajo de un
grupo de radiólogas especializadas en medio de una comunidad muy pobre y alejada
de los centros de salud y de los hospitales, donde se dirigían una vez por mes
para realizarles estudios específicos. Ante el agradecimiento sincero y
emocionado de una de las receptoras, generalmente mujeres de escasos recursos e
instrucción, una de las organizadoras dijo: “Yo no hice nada extraordinario.
Este es mi trabajo y mi vocación”
Ella tiene una responsabilidad
otorgada por su puesto laboral, y la realiza a conciencia y con sacrificio aún
personal y familiar, ya que pasa una semana de cada mes lejos de su propia casa
y familia para ayudar a otros.
La Palabra de Dios nos dice que
tenemos una tarea asignada y también una vocación a seguir:
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“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1:9)
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“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y ser agradecidos” (Colosenses 3:15)
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“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas... bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 Pedro 2:21, 3:9)
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“Pues mirad hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios... a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:26-31)
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“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados... Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:1, 4-7)
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“Por lo cual hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1:10)
Esta actividad, inigualable, especial
e insoslayable a la que fuimos llamados debemos llevarla a cabo con diligencia y
sin demora:
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“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (Romanos 12:11-12)
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“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15)
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“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1)
Recordemos: Si un
empleado común puede trabajar con tanto esfuerzo... ¿Cuánto más debiéramos
hacerlo nosotros que servimos al Señor?
TBS
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