martes, 6 de noviembre de 2012

Escudriñar...


La noticia presentaba la afirmación pública que una persona hizo acerca de un hecho histórico, repitiendo lo que alguien que consideraba más culto, le había dicho. La afirmación resultó errada, exactamente contraria a la realidad y el hecho dejó, no solo de manifiesto la ignorancia de la persona, sino que la expuso al ridículo, especialmente debido a la envergadura de su cargo público.

Este hecho me llevó a recordar algunas situaciones que nos plantea la Palabra de Dios. En dos de ellas, los que recibieron cierta información no se conformaron con ella sino que se preocuparon por investigarla y ampliarla.
  • “Inmediatamente los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres” (Hechos 17:10-12)
  • “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:10-11)
En el otro caso, creyeron erróneamente algo que no entendieron bien ni investigaron correctamente:
  • “Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:36-40)
La Biblia es la que nos lleva a conocer a Dios, y en El hallamos la fuente de toda sabiduría:
  • “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia... El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría...” (Proverbios 9:10; 15:33)
  • “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó... Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta” (Deuteronomio 4:5-6)
Debemos investigar, indagar, aprender, apropiarnos del conocimiento del Señor. Y hacerlo de primera mano, leyendo, estudiando y analizando lo que la Escritura nos dice.

Recordemos: La Obra de la Palabra de Dios en la vida es personal e individual.
TBS

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