miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hacer lo que debemos...


Un importante funcionario se refiere de esta manera a sus tareas cotidianas: “Si a esta altura no sé lo que tengo que hacer, me tendría que ir”. El hace referencia a algunas actividades que enfrenta “sin pedir permiso para hacerlas” solamente porque sabe que le corresponde hacerlas y son su responsabilidad.

¿Sabemos nosotros qué debemos hacer, cuándo hacerlo, por qué lo hacemos y para quién?
Como hijos de Dios, tenemos algunos encargos específicos del Señor, que una vez recibidos y aprendidos, ya no es necesario que se nos repitan o se nos recuerde que debemos hacerlos.

Uno de estos objetivos prioritarios de nuestra vida cristiana es la santidad:
  • “En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:75)
  • “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1)
Otro es el crecimiento constante en el conocimiento de la Palabra de Dios y las acciones concretas derivadas de ello:
  • “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:19-22)
  • “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás” (2 Tesalonicenses 1:3)
Las manifestaciones del amor de Dios en nuestras vidas hacia los demás, tanto amigos como enemigos es una regla inamovible:
  • “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros” (1 Juan 4:7-12)
Cuando no lo hacemos así, Dios nos lo recuerda a través de Hebreos 5:12-13...
  • “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios, y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño”
Recordemos: No hallaremos excusa válida para no cumplir con nuestras responsabilidades cristianas...
TBS

No hay comentarios:

Publicar un comentario