sábado, 24 de noviembre de 2012

Una Historia sin igual...


El diario, hablando de un hecho concreto decía: “Una historia se desmorona cuando no puede ser contada... Es difícil construir un mito cuando quienes lo relatan no ayudan...”
Muchas historias reales son mal relatadas y pierden su esencia, su importancia o la influencia que hubieran podido tener de hacerlo correctamente. Otros relatos ficticios pasan a la posteridad como si fueran una historia verdadera gracias a la habilidad del narrador.

En el caso de la Palabra de Dios, tiene las siguientes características: Es real. Tiene muchos narradores. Mantiene su vigencia y eficacia a través de los miles de años debido a que procede de un solo Autor. La historia que cuenta no es terrenal ni sus personajes principales simples hombres. Quien la relata es el Verbo mismo, por lo cual no necesita “ayuda” para hacerlo...
  • “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:19-21)
  • “En el principio era el Verbo, y el verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres... Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 1:1-4; 5:39)
En este caso, no es necesario construir un mito porque Aquel de quien nos habla la Biblia ES el Autor de la Vida:
  • “...y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos” (Hechos 3:15)
  • “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén” (Romanos 16:25-26)
Debemos considerar de qué manera vemos y aceptamos lo que Dios nos relata:
  • “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13)
Recordemos: La Biblia no nos cuenta una simple historia, sino aquello que marcará nuestro destino eterno...
TBS

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