sábado, 10 de noviembre de 2012

Un Problema... Una Solución...


El titular decía: “El mismo problema, la misma reacción, las mismas dudas...”
Esta situación se da muchas veces, cuando se nos presenta una dificultad específica, reaccionamos de determinada manera y generamos las mismas consecuencias que en ocasiones anteriores.

La Biblia nos habla específicamente de un problema, una reacción ante él y los resultados de nuestra actitud.

Tenemos un problema llamado pecado:
  • “Y yo se que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí” (Romanos 7:17-21)
  • “...Estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:1-3)
Debemos enfrentarlo de la única manera posible:
  • “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmos 51:3-4)
  • “Reconocemos, oh Jehová, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado” (Jeremías 14:20)
Si nuestra reacción ante este problema no es la correcta, como leemos en Su Palabra:
  • “Oye hijo mío, y se sabio, y endereza tu corazón al camino” (Proverbios 23:19)
  • “...si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7)
Entonces el resultado que se genere será inevitable:
  • “...Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, `porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:16-21)
El Salmo 118:27 dice:
  • “Jehová es Dios, y nos ha dado luz...”
Recordemos: Nuestro problema de pecado debe solucionarse de la manera provista por Dios... No hay otra alternativa válida...
TBS

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