La nota presentaba a los bebés
prematuros, habiéndose conmemorado una fecha de recuerdo acerca de dicha
condición, y hablaba de la necesidad imperiosa de contar con la atención
adecuada, la unidad y contención familiar, el aliciente del contacto físico.
Explicaba que debido al bajo peso al nacer se pueden suscitar innumerables
complicaciones y el hecho de sentir la cercanía paternal es esencial, lo cual
muchas veces es impedido o restringido en las salas de neonatología, en aras de
la protección inmunológica que es también indispensable para el buen desarrollo
del bebé. Sin embargo, todas las recomendaciones apuntaban a unir ambos
esfuerzos, pues el bienestar físico se incentiva con el apoyo
emocional.
En la Biblia no se habla de bebés
prematuros... sí se menciona a los “bebés” espirituales:
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“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1Pedro 2:2-3)
Debemos entender que formamos parte
de una Familia:
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“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9-10)
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“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19)
Cuando comenzamos en nuestra nueva
vida en Cristo, necesitamos todo tipo de cuidados, y esto puede continuar siendo
necesario si no crecemos y nos fortalecemos adecuadamente:
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“De manera que yo hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda, porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía” (1 Corintios 3:1-2)
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“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones... Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos” (Romanos 14:1; 15:1)
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“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos...” (Hebreos 10:24-25)
¿Qué necesitamos para fortalecernos y
crecer en la fe?
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“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19)
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“Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás” (2 Tesalonicenses 1:3)
La Biblia nos enseña provechosamente
como cuidarnos y fortalecernos unos a otros, como la Familia de Dios que
somos.
Recordemos: Si
obedecemos las indicaciones, creceremos con fortaleza, mucho mejor que viviendo
aisladamente...
TBS
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