lunes, 11 de marzo de 2013

Certeza


En la Biblia leemos: “Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1)

La nota, hablando acerca de un rumor específico que se instaló en una sociedad determinada, decía: “... pensar eso es un delirio... no es factible... tampoco certero... se prometió una investigación científica del supuesto tema... muchos le dieron crédito al hecho... pese a la unánime opinión científica...”

Cuando un rumor se desarrolla puede adquirir con el tiempo aspecto de realidad. Muchas historias a lo largo del tiempo fueron rumores, luego se convirtieron en mitos, y finalmente se consideraron verdades absolutas. Pero jamás fueron demostradas con pruebas. Y asimismo, algunas verdades plenamente autenticadas mediante pruebas, no fueron creídas ni aceptadas.

La Biblia nos da esta certeza absoluta de los hechos que nos dieron la Salvación:
  • “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:1-3)
¿Qué es lo que quedó demostrado?
  • “...Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado... y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí... Habiendo pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena... Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino... Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa...” (Marcos capítulo 16)
  • “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies...” (Lucas 24:36-40)
La Palabra de Dios es suficiente para enseñarnos lo que Dios desea que sepamos.
  • “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida... Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas... mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna...” (Juan 5:39; 10:25-28)
¿Creeremos en ella o seremos como Tomás?
  • “... Jesús... dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos... y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás... dijo ¡Señor mío, y Dios mío!... Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:24-29)
Recordemos: La Palabra de Dios nos enseña de manera irrefutable acerca de la Persona y Obra de nuestro Salvador.
TBS

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