lunes, 18 de marzo de 2013

¿Enemigos?


La Biblia dice: “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón” (Proverbios 24:17)

Dentro de la extensa nota en la que se explicaba detalles de una batalla ganada en el marco de las luchas políticas internas del pasado de nuestro país, se transcribía una carta enviada al líder derrotado por parte del vencedor que se llamaba a sí mismo el enemigo causante de su derrota: “Yo y algunos amigos estaríamos dispuestos a enviar a Ud. alguna suma para ayudarle en sus gastos y le agradeceríamos nos manifestara que aceptaría esta demostración de algunos individuos que sirvieron a sus órdenes. Ello no importaría otra cosa que la demostración de buenos sentimientos que le guardan los mismos que contribuyeron a su caída, pero que no olvidan la consideración que se debe al que ha hecho tan gran figura en el país y a los servicios muy altos que se le deben y que soy el primero en reconocer...”

Esta carta fue enviada al conocer las penurias económicas que el vencido padecía en el exilio, llevándome a pensar en cómo tratamos nosotros a aquellos que sufrieron algún revés, ya sea culpables o inocentes de lo que les ocurre.

Sobre cualquiera que pueda encuadrarse en el mote de “enemigo”, el Señor nos dijo:
  • “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra... Oísteis que fue dicho: amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen...” (Mateo 5:38-44)
  • “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:20-21)
No nos corresponde a nosotros ensañarnos con el caído de ninguna clase, ya que el Señor trata directamente con él:
  • “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano” (Salmos 37:23-24)
  • “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad...” (Romanos 11:22)
Nuestra parte es conocer la Palabra de Dios, aplicarla en nosotros mismos y en quienes nos rodean y apoyarnos en Aquel que nos sostiene para no caer:
  • "¡Oh cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo... de todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabras... De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Salmo 119:97-104)
Recordemos: Necesitamos conocer y aferrarnos a la Palabra de Dios para actuar como a El le agrada...
TBS

No hay comentarios:

Publicar un comentario