En la Biblia leemos: “Pero los
que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías
40:31)
La nota, subtitulada
“Desafíos” contaba acerca de “una de las carreras de aventura más
exigentes, el Cruce, en la Cordillera de los Andes. Casi cien kilómetros en
altura, entre volcanes, en un paisaje maravilloso. Crónica de un reto que asumen
corredores profesionales como personas que buscan superarse”. Una de ellas,
de 78 años que terminó la carrera y despertó aplausos y admiración, dice su
secreto: “No paro nunca. Lo mío no es la velocidad sino la
constancia”
¡Qué necesario es imitar los buenos
ejemplos!
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“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15)
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“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (Filipenses 3:17)
Como hijos de Dios corremos una
carrera y somos desafiados a llegar a la Meta:
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“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24)
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“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24)
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“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1)
Debemos tener muy presente para Quién
corremos, y cuál es el Objetivo. No somos nosotros mismos, sino lo que el Señor
nos haya encomendado:
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“Mas cuando Juan terminaba su carrera, dio: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies” (Hechos 13:25)
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“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:6-7)
Todos y cada uno debemos ser
constantes, trabajando con ahínco:
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“...para no correr, o haber corrido en vano...” (Gálatas 2:2)
Pero sabiendo que más allá de nuestro
esfuerzo, llegar a la meta celestial depende exclusivamente de la Obra de
Dios.
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“Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo y será levantado” (Proverbios 18:10)
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“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:16)
Recordemos: Dios nos
llama a la Carrera, nos coloca una Meta y nos da los Recursos para
terminarla...
TBS
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