La Biblia dice: “Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación” (2 Corintios 1:3)
La nota, titulada “Palabras que
matan” describía las acciones y determinación de un grupo de personas que
ostentaron poder y que aseguraron establecer valores "cristianos" en
una sociedad "cristiana", usando todos y cualquier medio a su alcance,
aún la violencia extrema cuando la lista de “valores cristianos” que
decían defender eran “la solidaridad, la misericordia, la comunión, el amor
al prójimo, la dignidad de las personas, los diez
mandamientos...”
Los valores eran, efectivamente
cristianos, pero ¿los métodos?... Ellos no pueden incluir imposición ni
violencia de ningún tipo, pues éstas no son parte de dichos
valores...
Nuestro Dios es
Misericordioso:
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“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deuteronomio 7:9)
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“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas” (Salmos 36:7)
Quienes somos sus hijos, quienes
decimos seguir sus enseñanzas, debemos aplicar sus mismos principios, imitar Su
Conducta en lo que humanamente nos sea posible:
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“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros... de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:12-14)
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“Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2:10)
La Palabra de Dios debe ser predicada
y enseñada, y quienes la reciban creerán o no en ella, pero no puede ser
obligada ni impuesta:
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“...como está escrito ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:15-17)
Dios mismo envió a su profeta a
hablar, aún sabiendo que no escucharían:
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“Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes... ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar” (Ezequiel 2:7; 3:11)
No es la imposición de Su Palabra lo
que actúa y efectúa el cambio necesario, sino Dios con el Poder del Espíritu
Santo, usando Su Palabra:
-
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien, todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:12-13)
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“Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:5)
Recordemos: Todo es
por la Obra de Dios, nada por la imposición o por elocuencia
humana...
TBS
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