En la Biblia leemos: “... amarás
a tu prójimo como a ti mismo” (Romanos 13:9)
La nota de la revista, cuyo título
era “La autoayuda frívola”, decía lo siguiente: “... las trampas
más frecuentes que plantean las disciplinas y prácticas para el bienestar
interior... Guías sospechosas y egoísmo disfrazado de autoestima... mezclando
religiones, corrientes filosóficas y obviedades se convirtió en un negocio
millonario”
Realmente me sorprendió leerla. Los
puntos que marcaba eran muy interesantes. Uno de ellos era: “La
autorreferencia o el exceso de amor a uno mismo... cómo mediante dosis
exageradas de enamoramiento a uno mismo se hace la convivencia con el otro
cuesta arriba...”
No se encuentran en la Palabra de
Dios indicaciones expresas a “amarnos a nosotros mismos”, sino a amar
a los demás como ya se sabe que nos amamos a nosotros:
-
“No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová... como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo...” (Levítico 19:18,34)
-
“... Amarás a tu prójimo como a ti mismo... Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 19:19, 22:38-39)
-
“Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14)
-
“Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis” (Santiago 2:8)
Sí, se nos remarca bastante esta
distinción. Porque Dios sabe que ella nos hace falta... Nuestra tendencia
natural es egoísta y por ello es que no necesitamos incentivarla, sino
motivarnos a mirar a los demás y actuar en beneficio del prójimo:
-
“Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros” (Gálatas 5:15)
-
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” ((Filipenses 2:3-4)
La palabra “egoísta” es
sinónimo de “mezquindad, avaricia, miseria” y esas actitudes no son
agradables a nuestro Señor y además alejan a las personas de la
Verdad:
-
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural... aborrecedores de lo bueno... que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3:2-5)
En cambio, si seguimos el ejemplo del
Señor Jesús, podremos mostrar el amor de Dios en nuestras actitudes hacia el
prójimo:
-
“Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres...” (Filipenses 2:5-8)
Recordemos: El Señor
Jesucristo se entregó a sí mismo por nosotros. Miremos cómo vivimos entonces,
entre nuestros semejantes.
TBS
No hay comentarios:
Publicar un comentario