miércoles, 7 de agosto de 2013

Comparaciones...

En la Biblia leemos: “¿A quién te has comparado así en gloria y en grandeza entre los árboles del Edén...?” (Ezequiel 31:18)

El chiste decía así: “Una señora pregunta: ¿estuviste de viaje? Te veo muy bien... La otra responde: Vengo totalmente rejuvenecida, estuve en las Islas Galápagos. ¡Las tortugas son mucho más viejas que yo!”-

¡Podemos reírnos libremente!... ¡Yo lo hice con ganas! Luego pensé: "Según cuáles sean nuestros parámetros, así será nuestra conformidad, satisfacción o frustración. Nuestro retroceso en la vida, o el empeño en ser mejores personas"

Deberíamos preguntarnos : ¿Con quién nos comparamos? ¿Cuál es la medida de nuestras expectativas y deseos de superación? De ello dependerá absolutamente nuestro esfuerzo... O la falta de él...

El Señor Jesucristo relató una parábola:
  • “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27)
En la condición ante Dios y en la necesidad de Su Perdón y Misericordia, somos todos iguales:
  • “...varones: ¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay... Antes creemos que por la gracia del señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hechos 14:15; 15:11)
En la vida diaria tenemos como parámetro de conducta a Nuestro Señor Jesucristo:
  • “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos  a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13)
  • “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2-3)
Los Apóstoles decían:
  • “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida para llegar también hasta vosotros... Mas el que se gloría, gloríese en el Señor, porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba” (2 Corintios 10:12-18)
  • “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:14-16)
Recordemos: Si nuestra comparación es con el Señor, nuestras vidas tendrán otras expectativas...
TBS

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