lunes, 12 de agosto de 2013

Transformarnos para bien...

En la Biblia leemos: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)

El personaje decía: “¡Qué lindo es nuestro YO!... pero a veces se pone intranquilo, frustrado, resentido, irrealizado, infeliz... ¿entonces qué hacer? ¿mejorarse? ¿superarse? ¿cambiar? ¡NO! Es mucho más fácil descargar nuestros resentimientos y frustraciones en el OTRO ¡y luego de hacerlo se siente uno mucho más tranquilo!”

En  realidad, aunque lo parezca, no es un chiste sino una actitud demasiado “normal” que asumimos cuando nos sentimos de esa manera... En lugar de reaccionar así, deberíamos aplicar lo que la Biblia nos enseña al respecto:
  • “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21)
  • “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos  a los otros” (Romanos 12:10)
  • “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22)
  • “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32)
  • Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras... Por lo cual animaos unos a otros, y edificaos unos a otros... Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos” (1 Tesalonicenses 4:18: 5:11; 15)
¿Lo hacemos?... La mayoría de las veces no... Y entonces solo nos queda completar el círculo, pidiendo perdón o perdonando; sabiendo que Dios nos perdonó en nuestra peor condición:
  • “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3:3-6)
  • “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros  en toda sabiduría...” (Colosenses 3:13-16)
Recordemos: Si aplicamos la Palabra de Dios al principio, no deberemos corregir nuestra conducta al final...
TBS

No hay comentarios:

Publicar un comentario