sábado, 3 de agosto de 2013

En las buenas también...

En la Biblia leemos: “En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido, porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte...” (Salmos 30:6-7)

En la contratapa del diario decía: “Suele ser más fácil mantenerse firmes en la adversidad, que lograr equilibrio en el éxito”

¡Cuán cierto puede resultar esto! Cuando sufrimos adversidades que no podemos controlar, solemos acudir en busca de ayuda externa. Acudimos a profesionales en caso necesario y clamamos a Dios por su sostén, fortaleza y ayuda para superar el trance. Confiamos, oramos, esperamos milagros:
  • “...cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar... En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos... has oído mi aflicción, has conocido mi alma en las angustias... Has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia... Al Señor busqué en el día de mi angustia, alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo... me quejaba, y desmayaba mi espíritu... estaba yo quebrantado y no hablaba...” (Salmos 4:1; 18:6; 31:7; 59:16; 77:2)
Pero cuando se trata del éxito consideramos que el logro es personal, el esfuerzo nuestro y el resultado merecido, por lo cual recibimos estos alertas anticipadamente:
  • “Cuídate de  no olvidarte de Jehová tu Dios... no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites... y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios...” (Deuteronomio 8:11-14)
  • “Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra” (Salmos 144:1)
  • “Te he hablado en mis prosperidades, mas dijiste: No oiré...” (Jeremías 22:21)
  • “En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí” (Oseas 13:6)
  • “El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad. Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él... Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria. Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias...” (Daniel 5:20)
Esto le ocurrió a Nabucodonosor hasta que “alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo... cuyo dominio es sempiterno... ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y puede humillar a los que andan con soberbia” (Daniel 4:34-37)

Busquemos al Señor siempre, en las buenas y en las malas. Seamos fortalecidos en el “mal” y agradecidos en el “bien”. Job decía: 2:10 “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios”

Sin olvidarnos de lo que nos dice Romanos 8:28: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados

Recordemos: En cada instante de la vida Dios está al tanto y actuando a nuestro favor...
TBS

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