jueves, 19 de julio de 2012

Dios es Misericordioso…


Leer Salmos 66

Este Salmo tiene como objetivo ser una canción de Acción de Gracias, donde se invita a todos los habitantes de la tierra a alabar a Dios. Si bien se desconoce su autor, los eruditos coinciden que solo David pudo expresar de manera tan magnífica este convite a la celebración del Dios de la Creación… Como dijera Charles Spurgeon: “Tiene que haber sido un hombre de gran destreza el que cantó este Salmo: la mejor música del mundo se sentiría honrada de poderse unir a expresiones semejantes”

Al observar su contenido vemos claramente que la alabanza es su tema preponderante y que el Creador es el Objeto preciado al que se tributa el reconocimiento merecido…

En primer lugar nos invita a Celebrar al Dios Asombroso…
  • “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza… El señorea con su poder para siempre…” (Salmos 66:1-7)
Mathew Henry dice en referencia a este pasaje: “El deber del hombre es alabar a Dios; esto es parte de la ley de la creación y, por tanto, se exige a todas las criaturas”. Esta reflexión nos hace pensar en Isaías 43:7 donde leemos: “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”. Esa es la razón por la que el Señor Jesucristo decía, al referirse a los verdaderos adoradores: “porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Dios no está buscando fríos religiosos sino fervientes adoradores que encuentren en Su Presencia la razón por la cual fuimos creados…

Luego nos anima a Contemplar al Dios Abundante…
  • “Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, y haced oír la voz de su alabanza. Él es quien preservó la vida a nuestra alma… Pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia…” (Salmos 66:8-15)
El Dios que merece nuestra adoración es Aquel que:
  1. Nos protege de innumerables situaciones que escapan a nuestro entendimiento: “preservó… nuestra alma… no permitió que nuestros pies resbalaran…”
  2. Nos provee liberación de los muchos conflictos que llegan a nuestra vida: “Pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia”
“La profundidad de nuestra pena no está en proporción con la altura de nuestra bienaventuranza. Con paciencia podremos resistir las dificultades presentes, pero viene la mañana. Sobre las colinas se ve asomar el día, en cuya luz entraremos en nuestro lugar de abundancia” (Charles Spurgeon)

Finalmente nos enseña a Clamar al Dios Amoroso…
  • “Venid, oíd todos los que teméis a Dios y contaré lo que ha hecho a mi alma… Bendito sea Dios, que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia” (Salmos 66:16-20)
El enfoque del salmista no está puesto en la eficacia de la oración sino en el poder de la Misericordia de Dios. Podemos llegar a pensar erróneamente que si oramos lo suficiente alcanzaremos méritos como para obtener los favores del Altísimo, pero la realidad nos indica que Dios no se conmueve por nuestras capacidades oratorias sino por nuestra miseria y necesidad.

En la parábola del Fariseo y el Publicano (Lucas 18:9-14) vemos el contraste entre la religión superficial y la fe genuina. Solo aquel que pueda como el publicano, “ni aún alzar los ojos al cielo, sino golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí pecador” (v.13) podrá encontrar el verdadero significado de la Misericordia Infinita de Dios. Es en ese sentido que el salmista nos motiva a buscar en nuestro clamor al Dios Amoroso.

Recordemos: Conocer a Dios implica comenzar reconociendo Su Gloria y terminar aceptando Su Misericordia…
DECH

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